Cada semana, un entrenador a la calle: el fútbol devora a los suyos
No está todo inventado porque los banquillos son un grave problema sin resolver

Joseba Etxeberría pasa a la lista del paro de entrenadores.
El último en ser despedido es uno de los mejores de España pero ni eso le da para mantenerse en el puesto. Llegaba cargado de ilusión a su puesto de trabajo para hacer grande al Real Murcia y no lo ha colocado donde corresponde por capacidad e historia a corto plazo y ha sido fulminado. Nada nuevo para una profesión que se ha convertido de riesgo a tenor de la energía con la que se muestran los clubes con ellos, sin miramiento alguno. Cada verano cambian de entrenador muchos equipos y se marcan una hoja de ruta que salta por los aires a las primeras de cambio. Sucede en todas las categorías y es algo contra lo que no encuentra remedio un fútbol tan profesionalizado.
Da lo mismo firmar una o más temporadas cuando toda la confianza depositada y ese palmarés que arropa al entrenador, penden de los temidos marcadores. No se trata de un trabajo a medio o largo plazo. Hay que colocar al equipo donde lo pide la historia y si pasadas las primeras jornadas no se está donde corresponde, el entrenador se va a la calle. Uno por semana entran en la lista del paro y llega otro con más presión porque tendrá menos tiempo para un mismo objetivo. Lo que está pasando con los entrenadores no es nuevo pero va en aumento y la paciencia es muy corta y cada cambio lleva implícito un desembolso económico adicional.
La paciencia no se ficha
- Etxeberría cae en Murcia tras apenas tres meses en el cargo
- Los clubes firman por varias temporadas pero despiden a la mínima
- La paciencia no se ficha y el director deportivo también peligra
- Cada cambio implica un gasto doble para las economías del fútbol
- El banquillo se ha convertido en una ruleta sin solución a la vista
Peligra el entrenador y el director deportivo
Está todo inventado en el fútbol, se dice, pero nada que ver con la realidad que se vive a nivel de banquillos donde solo importan los resultados y con echar al entrenador a veces no basta y se le corta la cabeza al que lo ficha. La exigencia es máxima en los clubes. Se marcan unos objetivos y si no se dan se corta por lo sano. El Colegio de Entrenadores existe como tal, y poco puede hacer ya que sale uno y entra otro, pero para la imagen de los clubes y para su economía, no todo se arregla con un despido fulminante. Hay que pagar al que sale y al que entra y la economía manda.

Adrián Colunga ha tomado el relevo de Etxeberría en el Real Murcia.
Un entrenador cobra una pasta y todo lo que firman lo cobran. Los clubes lo saben y se arriesgan a firmar por más de una temporada sabiendo que si no se dan los marcadores van a cambiar. No es un tema solo de España y sucede en todo el mundo, sin que nadie acierte a encontrar una solución que ponga fin a la caída permanente de buenos profesionales a los que no se le dan los resultados, en un deporte que no deja de ser un juego. Nada va a cambiar y la semana actual como la pasada y la que viene traerá cambios en los banquillos y nadie se sorprenderá salvo que también echen al director.
Etxeberría por Fran Fernández en Murcia
Cuando el pasado verano llegaba a La Condomina un entrenador de caché con una trayectoria intachable (pero con despidos como todos) nadie podía imaginar que no llegara a noviembre. Era el relevo del almeriense Fran Fernández que llegó a clasificar al Real Murcia para el Play Off de ascenso, y al no conseguirlo tuvo que negociar el año que le quedaba para salir. El club tuvo que pagar como ahora con el recambio de Etxeberría y los presupuestos se dilatan sin saber si se ha acertado con la medida. Echar a un entrenador solo te garantiza un gasto adicional.

Fran Fernández hizo una gran labor en el Real Murcia pero no le llegó.
La historia pesa mucho en la Región de Murcia donde llevan tiempo sin ver fútbol de LaLiga y todo entrenador que se siente en el banquillo del equipo grana sabe lo que le van a pedir con un campo para 30.000 butacas que se llena en la 1ª RFEF. No era culpa del entrenador almeriense ni de su recambio. Tampoco hay que pedir la cabeza del que los fichó, porque Asier Goiria como todo director deportivo, busca lo mejor para su club. La paciencia no se ficha y tiene la culpa de todo cuando de banquillos se habla. No se sostiene este carrusel de cambios en los banquillos. Si solo se valoran los resultados: cada semana un entrenador a la calle.