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De Tahal a Luxemburgo: el joven que lleva las cuentas de una importante multinacional española

Su persistencia y esfuerzo le han hecho dar la vuelta a medio mundo cosechando éxito a su paso

Alberto Rodríguez, el joven que lleva las cuentas de una importante multinacional española

Alberto Rodríguez, el joven que lleva las cuentas de una importante multinacional españolaCedida a LA VOZ

Jaime Molero
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Dos becas para estudiar en el extranjero, el apoyo de su familia y la constancia y el esfuerzo para ser el mejor en lo suyo. Alberto Rodríguez es un joven almeriense que ha sabido aprovechar las oportunidades que le ha brindado la vida. Y vaya si lo ha hecho. Con tan solo 26 años, Alberto vive en Luxemburgo y es responsable financiero de una de las multinacionales españolas más importantes en todo el mundo. 

Su camino empieza en Tahal, un pequeño municipio almeriense de la sierra de los Filabres. Allí nació, pero siempre ha vivido en el pueblo vecino de Olula del Río. La carrera de Alberto y lo que hoy ha conseguido, en parte, viene gracias a la influencia y apoyo de su familia en aquellos primeros años. "Mis padres siempre han querido la mejor educación para mí. Hicieron un esfuerzo económico para que pudiese ir a un instituto privado en Vera", cuenta el almeriense a LA VOZ.

El almeriense, junto a su familia.

El almeriense, junto a su familia.Cedida a LA VOZ

El que la sigue la consigue

Fue entonces, en los últimos años de la ESO, cuando Alberto descubrió la beca que le iba a cambiar la vida. La Fundación Eduarda Justo, de Cosentino, lanzó tres becas para que jóvenes almerienses pudiesen cursar un año en alguno de los mejores colegios del mundo. Alberto quería esa beca a toda costa, y aplicó.

No hubo suerte. El almeriense no resultó elegido en aquella primera convocatoria, pero tal y como dice el refranero, el que la sigue la consigue. Y eso fue lo que le pasó a Alberto. Al año siguiente volvió a aplicar y consiguió estudiar el bachillerato internacional en un colegio de prestigio en Alemania. Lo hizo en uno de los 18 centros de la red Colegios del Mundo Unido (UWC), donde también estudiaron la princesa Leonor y la infanta Sofía.

"Alemania era mi tercera opción. Yo quería irme a China. De hecho, llamé al Comité que me seleccionó por si existía alguna posibilidad de cambiarme, pero no fue posible y me fui a Alemania", cuenta el almeriense en conversación telefónica con este medio.

Aquella primera experiencia fuera de casa fue la que, probablemente, ha hecho a Alberto estar donde está hoy. No solo por la formación académica que le brindó, sino por el crecimiento personal que el almeriense experimentó allí. "Fue una experiencia transformadora. Al principio me costó relacionarme todo el rato en inglés. De hecho, iba con una libreta apuntando todas las palabras que desconocía. Me sentía un poco el embajador de España y de Almería", cuenta Alberto entre carcajadas. 

Alberto durante su estancia en Alemania.

Alberto durante su estancia en Alemania.Cedida a LA VOZ

"Me creía que me iba a comer el mundo"

Su experiencia en Alemania fue la que le abrió las puertas. Y los ojos. Una amiga que conoció allí le descubrió otra beca que, de conseguirla, podría cursar sus estudios universitarios en la Universidad de Nueva York en Abu Dabi. Alberto estuvo en el momento adecuado y la consiguió: "Me pagaban todo con la beca. Para mí, fue una manera de recompensar el esfuerzo económico que hicieron mis padres al pagarme un colegio privado", relata aún emocionado. 

Alberto se estaba comiendo el mundo. Estudiaba Economía y chino en una universidad de prestigio internacional a gastos pagados y, encima, viajaba por países como Líbano, Nepal, Uganda o Tanzania cumpliendo su sueño de ver mundo. Estuvo a punto de cumplir su ilusión de ir a China, pero el COVID le arrebató la posibilidad y siguió su camino en otros lugares como Nueva York, donde tuvo la posibilidad de realizar unas prácticas en las Naciones Unidas. "Probé el mundo diplomático, algo que siempre me había llamado la atención, pero no me decanté por ello. Me echó para atrás que es un mundo muy lento y burocrático", explica. Fue entonces cuando se decantó por dedicarse a la economía. 

Su carrera tuvo un pequeño bache. "Me creía que me iba a comer el mundo por completo. Tenía dos becas increíbles y unas prácticas en Naciones Unidas, pero no fue así. Me volví a Almería y estuve 3 meses buscando trabajo... No me salía nada", cuenta.

Alberto durante su graduación en la Universidad de Nueva York en Abu Dabi.

Alberto durante su graduación en la Universidad de Nueva York en Abu Dabi.Cedida a LA VOZ

Rumbo a Luxemburgo

Aquellos meses de pausa también eran parte del proceso de Alberto. Su valía, esfuerzo y por qué no decirlo, su excelente expediente académico, le sirvieron para remontar con rapidez y encontrar un trabajo a la altura de sus expectativas.

"Me enteré por un amigo que la consultora EY tenía una vacante libre en Luxemburgo. Apliqué y a la semana ya estaba allí", relata. Era la primera vez que Alberto pisaba la ciudad en la que ahora reside, pero no todo fue perfecto: "No me gustó mucho esa primera experiencia. A veces es importante utilizar las oportunidades para saber también qué es lo que no te gusta", apunta el almeriense. 

En menos de 1 año Alberto consiguió cambiar de trabajo. Y no se conformó con cualquier cosa. A día de hoy lleva dos años de responsable financiero en una de las multinacionales españolas más conocidas e importantes en todo el mundo. Una oportunidad a la altura de la formación y experiencia del almeriense que, además, le permite hablar español en su puesto de trabajo pese a estar a cientos de kilómetros de casa. 

Desde entonces, Alberto ha conocido a mucha gente en Luxemburgo y, de hecho, se ha apuntado a un grupo de teatro en italiano: "Soy el que peor lo habla, pero es divertido y conoces gente", detalla el almeriense entre risas.

El almeriense durante una de las actuaciones de la compañía de teatro en la que participa.

El almeriense durante una de las actuaciones de la compañía de teatro en la que participa.Cedida a LA VOZ

Luxemburgo, repleto de españoles

La capacidad de ahorro que tiene gracias a su trabajo y los sueldos del país europeo no tienen equivalente en Almería. "El sueldo promedio ronda los 3.500 euros y te pueden quedar unos 1.000 euros de ahorro todos los meses. En España la cosa es muy desigual, hay precios muy altos para los sueldos que hay", cuenta. Eso sí, el almeriense también confiesa entre carcajadas que, en parte, la capacidad de ahorro se ve incrementada por un motivo concreto: "No hay muchas cosas que hacer aquí. Así es muy fácil ahorrar". 

Desde que vive en Luxemburgo, Alberto se ha visto sorprendido por la cantidad de españoles que viven allí: "Lo que a mí me sorprende es que haya españoles en España... Están todos aquí", ironiza. Pese a sentirse prácticamente como en casa hay una cosa que el almeriense echa mucho de menos: el sol. "Lo extraño mucho. Siempre intento planear mis vacaciones en función al sol y el buen tiempo", confiesa. 

El futuro de Alberto se presenta aún abierto y confuso. No sabe exactamente dónde se ve en 5 o 10 años, pero tampoco necesita saberlo. Duda con volver a España con su trabajo, trasladarse a un país de habla inglesa o incluso irse de aventura a Nueva York. Lo que sí tiene claro es que en Almería ya no está su sitio: "No me planteo volver a Almería. Quizás para jubilarme, pero cuando sales de allí durante tantos años es inevitable desarraigarte. Es triste, pero ya no siento que sea mi casa", confiesa. 

Alberto Rodríguez, el almeriense que lleva las cuentas de una importante multinacional española.

Alberto Rodríguez, el almeriense que lleva las cuentas de una importante multinacional española.Cedida a LA VOZ

Aquel niño que soñaba con viajar y ver mundo desde un pequeño pueblo de la sierra de los Filabres estaría hoy orgulloso de ver todo lo que ha conseguido. También de haber aprovechado las oportunidades que le ha proporcionado la vida. Y, sobre todo, las posibilidades que le brindaron sus padres gracias al esfuerzo de toda una vida. Pese a que Alberto no se plantee volver a casa, sus padres seguro que se sienten orgullosos de haberle proporcionado la oportunidad de vivir la vida que siempre quiso vivir.

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