La odisea de una almeriense para salir y volver ilesa de las revueltas de Nepal
Los disturbios han dejado decenas de muertos y cientos de heridos, lo que refleja la gravedad de la situación en el país

La almeriense, durante su estancia de los últimos días en Nepal.
En los últimos días, Nepal ha sido escenario de fuertes protestas, con miles de personas saliendo a las calles para mostrar su rechazo a la corrupción, la desigualdad y, sobre todo, a la reciente decisión del gobierno de bloquear redes sociales como Facebook, Instagram o YouTube.
La respuesta del gobierno fue dura y en los últimos días se impusieron toques de queda, restricciones en varias ciudades y se desplegó al ejército en las calles.
Aunque finalmente las autoridades dieron marcha atrás y levantaron la prohibición de las redes sociales, los disturbios ya habían dejado decenas de muertos y cientos de heridos, lo que refleja la gravedad de la situación que vive el país.
"Se ha liado parda"
En medio de este caos, una almeriense ha ido relatando en los últimos días a través de su cuenta de Instagram cómo ha ido viviendo esta situación desde dentro de este país asiático, en el que ha estado de vacaciones y para el que este domingo tenía programada su vuelta al continente europeo.
"Se ha liado parda en Nepal", empezaba relatando hace unos días Luisa Sánchez (@lavida_estuviaje), instructora en Ohm Shanti Yoga y bailarina aérea en Almaérea, que explicaba que "el viernes (de la semana anterior) cortaron las redes sociales y no podíamos conectarnos", haciéndolo finalmente a través de una red de otro país, pese a que, en este tipo de conexiones "realmente tampoco sabes a dónde te estás conectando".
Posteriormente, "en Katmandú, en la capital, se montó una revuelta gigante, que acabó con 20 muertos y más de 300 personas heridas, algunas de ellas muy graves, y a partir de ahí se fue expandiendo a otras ciudades".
"Lo bueno es que, como siempre digo, tengo muchísima suerte, estoy bien y fuera de peligro, y esperando porque el aeropuerto está cerrado", afirmaba desde un retiro en la montaña en el que se encontraba hace unos días.
En este sentido, en el momento de grabar ese vídeo, Luisa afirmaba "estar en un hotel en la montaña a las afueras de Pokhara" que tenía que abandonar ese día para trasladarse al centro, a donde acababa de llegar la revuelta. Sin embargo, a última hora, había decidido quedarse un día más en ese retiro, que fue lo que le salvó de haberse quedado atrapada en las protestas.
Este pasado jueves, esta almeriense podía volar desde Pokhara hasta Katmandú, aunque tampoco estuvo exento de aventura, ya que al llegar al aeropuerto con un billete para el día 11, en la terminal le comunicaban que este había sido cambiado para el día 12.
Finalmente, y necesitada la intervención de un superior de la instalación, pudo coger el avión y llegar a la capital del país, donde se encontró todo calcinado, calles vacías, al ejército "por doquier" y toque de queda de 7 de la tarde a 6 de la mañana.
Pero su odisea todavía le tenía reservada alguna sorpresa más. El vuelo que este domingo tenía que transportarla desde Katmandú hasta Estambul, ya en Turquía, 'desaparecía' misteriosamente del panel de salidas del aeropuerto de la capital nepalí, sin que nadie la hubiera avisado de ello.
Finalmente, por la tarde (hora local, media mañana en España), mandaba un último vídeo en el que, por fin, todo estaba solucionado: "Ya tengo mi billete para Estambul y el de Málaga, ya he facturado y estoy lista para volar".
Pese a las incertidumbres, retrasos y sobresaltos, Luisa nunca perdió la calma. Su forma de narrar lo vivido, siempre con una sonrisa y con un tono positivo, refleja la serenidad con la que afronta los retos cotidianos. Una tranquilidad que, como ella misma reconoce, bebe de su experiencia en el yoga y en la búsqueda del equilibrio incluso en medio del caos.