De una confitería a 40 años en el arbitraje: “He vivido de todo en los campos de Almería”
Pitó con el mítico Juan Andújar Oliver, tiene guardadas en casa las actas de los partidos y no se despega del fútbol

Antonio Navarro Cerdán visitó LA VOZ de Almería y Cadena SER para repasar su trayectoria en el mundo del arbitraje.
“Me dejé el bigote hasta que el Almería entrara en Play Off. Fue mi promesa”. Así empieza su entrevista con LA VOZ y Cadena SER uno de los árbitros más carismáticos y reconocidos del fútbol provincial. También ha sido confitero, futbolista, colegiado, entrenador, presidente y ahora aficionado: “No me imagino mi vida sin el deporte”, señala. Antonio Navarro Cerdán (20/4/1955), es para todos los almerienses Antonio ‘El Árbitro’. “Cuando voy por la calle me gritan ¡árbitro! porque muchos me recuerdan de haberle pitado alguna vez”, indica.
Nació en La Fuentecica. Con ocho años se marchó a la Colonia de Araceli, donde es muy querido, tras hacer la Comunión, y con 12 ya empezó a dar sus primeros pasos en el mundo laboral ayudando en la Pastelería del Barrio Alto “limpiando latas e iniciándome en el arbitraje”. De ahí a El Alquián con Pepe Orts, “que me metió en el mundillo al ser el Delegado del Colegio”.
Como futbolista defendió la camiseta del San José durante tres años, “con Joaquín ‘El Cristalero’ ejerciendo de presidente y entrenador”. A los 16 tomó la decisión final: colgar las botas y coger definitivamente el silbato. Fue al Colegio a dar las clases teóricas y cuando le dieron el visto bueno empezó a dirigir partidos de niños. Alcanzó Regional y Preferente, con una última etapa en los veteranos.
La experiencia con un árbitro de caché en España
Juan Andújar Oliver, David Fernández Borbalán y ahora José Antonio Sánchez Villalobos son los colegiados de Almería que han llegado más lejos en este complicado mundo del balompié. Antonio recuerda cómo fue aquella llamada de Andújar para pitar en un campo con solera: “Andújar Oliver me llevó de linier a un partido de juveniles en Huércal-Overa, a finales de los 70. También vino Rafael Torres Caravaca. Hicimos una gran amistad y desde entonces me dice ‘Antoñico’, con mucho cariño”.

Una foto que guarda con mucho cariño: fue su debut con Juan Andújar Oliver.
Agresiones, suspensiones e historias en los campos
Puede escribir un libro de todas su vivencias en la provincia. Lo cuenta “sin rencor”, pero tiene grabado un partido Parador-Dalías, en Juveniles de la Fase de Ascenso a Liga Nacional: “Tenía 17 años. Salimos escoltados por la Guardia Civil mis dos auxiliares y yo. Guardo el acta de ese día. Dejé mi coche aparcado lejos del campo, detrás de la Iglesia, y cuando llegué a casa terminé de redactar todo lo que había ocurrido”.
Y es que Antonio explica cómo se vivía el fútbol en Almería y el cambio ha sido positivo. Aunque con excepciones, ahora el respeto es más notable hacia el estamento arbitral: “A mí me han pegado en algunos campos y tengo una marca de una pedrada en la cabeza. Suspendí un partido porque no había Guardia Civil ni nada en el campo, pero eran otros tiempos y hay que tener siempre un respeto porque primero somos personas”.

Antonio Navarro con su familia, su principal pilar.
La anécdota que cuenta a los que empiezan
No quiere dar nombres, pero en los primeros pasos de Antonio como colegiado un futbolista le agredió y la Guardia Civil lo detuvo para llevárselo al Cuartel. Lo que sucedió allí sí lo cuenta: “Cuando llegué estaba él, llorando, junto a sus padres y una niña pequeña. Hablé tranquilamente con él y le dije a los agentes que lo dejaran marchar. Soy así. Nunca le guardé rencor a nadie”. Por tanto, el mundo del arbitraje es tan complicado que exige mucho más: “Viví de todo y aun así seguí arbitrando porque era mi pasión, hasta que lo dejé con 56 años”.

Cuando se fundó el equipo 'Los Palomeros' del barrio de Araceli.
La familia y el deporte son sus pilares
Antonio echa la vista atrás y encuentra un partido de máxima rivalidad entre San Roque y Valdivia en las Tres Tumbas: “Vino mi hermana Luisa. Me preguntó que dónde iba y estuvo acompañándome porque era la segunda vez que yo pitaba. Después ya no vino más. Lo pasaba muy mal con la cantidad de insultos que se vertían sobre mí. A mí no me afectaban, pero a ella sí”. Su etapa comenzó en un Pavía-Oriente, en El Seminario, y finalizó a los 56 años con los Veteranos, pero siempre ha sido una persona activa.

Con su mujer María Soledad López Martínez con la que viaja por España.
La jubilación y una mascota llamada Estrella
El 20 de abril de 2020 se jubiló tras trabajar de jardinero y pasó a un nuevo capítulo de su vida junto a su mujer, María Soledad López Martínez, y sus tres hijos. Empezó a viajar más por España con el Almería y a disfrutar de su tiempo libre, no sin antes haber fundado el equipo de 'Los Palomeros', del barrio de Araceli, ejerciendo de presidente, y después el Estrella Club de Fútbol. “Le puse ese nombre por mi perra, que era conocida por los vecinos y cuidaba de ellos. En la Colonia me llamaban Antonio ‘De la Estrella’ y en el fútbol Antonio ‘El Árbitro”.

En el último viaje que hizo el Almería a Miranda de Ebro, donde empató a cero.
Un consejo a los que quieren ser árbitros
Lo pasa mal cuando hay insultos a los colegiados en el balompié canterano y en Liga Profesional. Hay momentos de tensión, de crispación, y a veces el público pierde los papeles. Es por ello que después de cuatro décadas en el arbitraje tiene un mensaje para los que quieren iniciarse en este mundo: “Mi consejo es que si alguien quiere ser árbitro, que lo haga porque realmente le gusta, no solo por ganar dinero. A los que empiezan les pregunto si les gusta el arbitraje o el dinero. Si me dicen que es por amor a su profesión entonces sí van a llegar lejos”.