El puente de la Avenida del Mediterráneo pasará a la historia pero se quedará en mi corazón, en esas madrugadas cuando aceleraba para ver pasar el tren de Granada o el de Madrid con su farolillo rojo y todo; a los mejores estudiantes en el Cívitas con las luces encendidas y a esos autobuses urbanos FS (Fuera de Servicio) dispuestos a entrar en funcionamiento. Son cinco minutos más caminando por su subida y bajada y los dos semáforos que se llevan su 'ratico'. Tanto tiempo deseando que lo tiren que ya lo estoy echando de menos por esos días de viento y de lluvia cuando me ponía como una 'sopa', porque el paraguas salía volando. Almería avanza y todo son ventajas cuando lo quiten, porque evitaré cinco minutos de trayecto  y notaré el tren bajo mis pies y a los estudiantes listos para el examen sin poder ver el puente al asomarse a la ventana porque la ciudad será más plana.