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Inocencio Navarro: "Mi vida se basa en la pintura y el diseño gráfico"

En el año 1992 diseñó tres pabellones para la Expo de Sevilla

Inocencio Navarro junto al autor de la entrevista, el periodista Antonio Hermosa.

Inocencio Navarro junto al autor de la entrevista, el periodista Antonio Hermosa.La Voz

Antonio Hermosa
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Inocencio, Navarro Casas, nació hace 67 años en Canjáyar, en la Alpujarra almeriense, de donde eran sus padres. "Estuve allí hasta los ocho años que me vine a Almería, porque a mi padre lo trasladaron aquí desde la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Almería".

El matrimonio se instaló con sus tres hijos, dos niñas y un niño, en la vivienda situada en la calle Altamira. Después nacería el cuarto hijo. "Primero estudié en La Salle, de donde me echaron, y entonces me mandaron interno al famoso Campillo de Málaga, a donde nos enviaban a los malos estudiantes, a los que éramos muy traviesos. Allí hice hasta quinto de bachillerato". Sexto lo hizo en el Diocesano, y COU en las Jesuitinas, que por entonces comenzaba a ser un centro mixto. Tras aprobar la selectividad, se trasladó a Granada a estudiar medicina. "Yo quería hacer bella Artes, pero me convencieron diciéndome que Bellas Artes era una profesión para morirse de hambre. Y claro, yo en medicina aprobé un parcial el primer año, y después pasé de estudiar, porque no me gustaba".

Su padre se enfadó y dejó de subvencionarle los estudios. "Y me quedé a vivir en una casilla con unos amigos en el barrio del Albaicín, que no era lo que es ahora. Entonces había casas que estaban hechas pedazos y eran m,ue estuvoeran seis o siete mil a encargos de otro tipo de trabajos pict a casars españoles en 1492 al continente americano, comás asequible".

Los dos años siguientes convirtieron a nuestro protagonista en un bohemio. "Fue cuando empecé a buscarme la vida pintando retratos en la Plaza Larga, en el centro de Granada. Ponía un cartel en la calle y pintaba retratos para la gente por 400 o 500 pesetas. Para mi era un dineral. Recuerdo que con mis primeras ganancias haciendo retratos invité a comer a una china en una pizzería".

La esencia de la pintura la había heredado de su abuelo, al que había visto pintar cuadros en su Canjáyar natal. "En los veranos, cuando tenía entre 20 y 22 años, me iba a la urbanización de Roquetas de Mar a hacer retratos a los guiris, y me forraba. Cobraba mil pesetas por retrato, que para ellos estaba tirado, y hacía 6 ó 7 retratos diarios, que eran seis o siete mil pesetas, y entonces me sentía un hombre rico. Todos los días tenía siete mil pesetas en el bolsillo. Y no hacía más porque me hartaba, y siempre tenía cola para el día siguiente. Después me iba por ahí y me lo fundía todo".

De esta forma enfocó su futuro profesional en el mundo de la pintura y del diseño. "En el verano de 1982 comencé a trabajar como diseñador gráfico en el diario La Crónica de Almería. Estaba con el equipo inicial como diagramador. Hasta que nos cabreamos con el propietario y director Joaquín Abad. Tuvimos unas peleas tremendas".

Era una época de transición y esplendor del periodismo escrito. Volvió a Granada para iniciar en 1983 un nuevo proyecto en el Defensor de Granada, dirigido por Juan José Porto. A los pocos meses se trasladó a Salamanca a trabajar en el área de comunicación de la Diputación Provincial, "porque estaba Paco Pérez, que era un periodista almeriense que estuvo de redactor jefe en La Crónica". En 1984 regresó a Almería para trabajar durante dos años como maquetista en La Voz de Almería. "Hasta que monté con dos amigos una agencia de diseño que se llamaba Mesa de Diseño. Todos estos trabajos los alternaba con mi afición a la pintura". La iniciativa funcionó muy bien y decidió crear la agencia de publicidad Dirección Única. "En plan pijo, teníamos la sede en el Paseo de Almería. Estuvimos trabajando mucho para el sector del mármol y otras empresas emergentes de Almería".

Eso duró hasta que en el año 1989 le hicieron una oferta muy tentadora como jefe de publicidad en la empresa almeriense de cosméticos Briseis. "Era jefe de publicidad y de diseño. Diseñé varios frascos. De hecho, me dieron dos premios nacionales por ello. Uno era del famoso Tulipán Negro, y el otro de una colonia que, al final, no salió al mercado". En Briseis, Inocencio Navarro se encargaba de realizar toda la publicidad: los diseños para los anuncios y para las campañas publicitarias anuales de su marca estrella, Tulipán Negro. "Estuve hasta que me harté. Mi rescate se produjo cuando vi en un periódico un anuncio en el que pedían un editor creativos en Madrid. Y pensé voy a probar, y me cogieron".

En 1992, el año de los Juegos Olímpicos de Barcelona y de la Exposición Universal de Sevilla, este hombre se traslada a la capital de España a trabajar para Creaciones Elba. "Era una empresa que se dedicaba fundamentalmente a la publicidad farmacéutica. Era la primera empresa de este tipo en España. Trabajaba para los mejores laboratorios, como Glaxo o Pfizer".

Creaciones Elba tenía relaciones con los organizadores de las celebraciones de los actos del Quinto Centenario del Descubrimiento de América, que fueron un conjunto de actuaciones destinadas a conmemorar tanto la llegada de los españoles en 1492 al continente americano, como la importancia de este hecho en la historia universal. "Llegué a diseñar dos pabellones para la Expo Sevilla y la sala de arte del pabellón de Andalucía, en el que ideé pinturas que estaban colgadas con un diseño muy especial, que permitía ver varias cuadros a través de una sola pintura. O sea, que había uno en el que estaba el cuadro el Aguador de Velázquez, y detrás de una ventana, se veía un bodegón realizado por Juan Sánchez Cotán". Una idea que fue muy comentada por todos los visitantes del pabellón andaluz de la Exposición Universal de Sevilla.

Navarro Casas estuvo en Creaciones Elba 15 años, hasta que su deseo por volver a su tierra natal le llevó a aceptar una nueva oferta profesional. En este caso de Plataforma Publicidad. "Me interesaba venir a Almería. Me vine a Plataforma porque ya estaba un poco harto y por temas familiares".

Tras dos años de actividad en Almería, decide regresar a Madrid. En ello influye su divorcio de su primera mujer, con la que tiene dos hijas. Se vuelve a casar y traslada su residencia de nuevo a la metrópoli madrileña, demostrando ese espíritu inquieto que le ha definido durante toda su vida. "Tenía un estudio de pintura en mi casa, y sobre todo pintaba retratos, por placer o por encargo". Durante esta segunda etapa en Madrid, se dedica exclusivamente a pintar. Tiene dos hijos más con su nueva pareja y comienza a preparar una exposición de su obra que se expondría unos meses después en el Aula de Cultura de Unicaja en el Paseo de Almería.

"La exposición fue de acuarela y me fue estupendamente porque vendí todos los cuadros. Bueno, me quedaron dos sin vender". Poco tiempo después se volvió a separar y fue el momento para regresar a Almería, donde, desde entonces, se ha establecido definitivamente. "Mi vida se ha basado en la pintura y el diseño gráfico. Ahora, aquí me dedico a pintar. Tengo la suerte de contar con una casa muy grande, con un estudio estupendo. Tengo trabajo a través de la galería Acanto, que está en la calle Javier Sanz, y tiene mucho prestigio. Y realizo retratos que me piden amigos y conocidos, y otro tipo de encargos de trabajos pictóricos".

Y luego también lleva a cabo de forma altruista otras actividades. "Por ejemplo, trabajo como activista de Amnistía Internacional. Me ocupa tiempo haciendo todo el diseño gráfico, normalmente de cartelería, de esta organización no gubernamental. Como es lo que he hecho en mi vida profesional y en las empresas que he trabajado".

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