Hay libros que se leen, otros que se olvidan y algunos que despiertan. Estos últimos no vienen a dar respuestas mágicas, sino a zarandearte el alma. Son como un espejo limpio que, por fin, te permite verte a ti mismo de verdad: sin filtros, sin excusas, sin disfraces. 

Y, quizá, detrás de uno de esos libros hay una mano que no escribe meras palabras. Una mano que comparte. Que inspira no desde el éxito aparente, sino desde la reconstrucción profunda. Ese libro no podría ser otro: 'Mujer en victoria', con la editorial Círculo Rojo. Y los sentimientos que lo escriben tampoco podrían llevar otro nombre más que el de Geisy Marielys Peña Turbí. 

Dominicana de nacimiento, valiente por vocación, abogada y madre de una niña, Peña decidió volcar su historia en papel con un único objetivo: que otras mujeres, al leerla, recuerden quiénes son. Porque ‘Mujer en victoria’ no es un manual de vida. Es una inspiración desde la realidad más pura: la de caer, dudar, recomenzar y aun así —o precisamente por eso— caminar con la cabeza en alto. 

Antes de que comience la entrevista, Peña está tranquila, con voz firme, pero cálida, dejando claro que la conversación no va a ir de realidades bonitas, sino de aquellas que transforman a las personas. De heridas que se convierten en impulso. De sueños que estaban ahí, esperando a ser activados.

—¿Quién es Geisy Peña Turbí cuando no está escribiendo?

—Qué pregunta tan curiosa —responde entre risas—. Nunca pensamos en eso, ¿verdad? Pero creo que soy muchas en una sola: madre, mujer, amiga, soñadora, luchadora. He pasado por procesos fuertes pero he sabido renacer de ellos. A veces me cuesta definirme, porque voy cambiando con cada etapa, pero si algo tengo claro es que quiero transmitir luz.

Y si habla de su faceta de escritora, se define como una autora positiva, con el deseo de animar a otras mujeres a cumplir lo que anhelan. Porque cuando hay crecimiento y evolución, existe algo que merece ser contado. Y en este caso, también merece ser plasmado en unas páginas.

—¿Cuándo supo que tenía que escribir este libro?

—Desde los 20 quería, pero lo fui dejando, porque me decía a mi misma: “¿Quién soy yo para escribir un libro?”. Pero la Editorial Círculo Rojo me dio la oportunidad y fue un proceso estupendo, con una gestión excepcional. Con la publicación de este libro entendí que no se trata de ser famosa, sino de tener algo real para contar.

Y ella lo tenía. Como explica Peña, no hace falta tener a una multitud siguiéndote. Basta con que una sola mujer se mire diferente al leerla. Ahí está la verdadera victoria, la íntima, la que sí cambia vidas.

—¿Qué es ser una ‘mujer en victoria’?

—Mi madre usaba esa expresión muy suya cuando alguien le preguntaba cómo estaba. Ella siempre respondía que estaba “en victoria”. Que estaba genial, avanzando, plena. Por eso, el título representa que he vencido muchos miedos, mis creencias limitantes e, incluso, el autosabotaje.

Estar en victoria significa elegirte. Dejar de posponer lo que quieres. Avanzar aunque tengas miedo. Por ello, Peña y sus hermanos lo llevan tatuado en la piel. Porque también significa romper con lo que te limita en la vida y seguir hacia delante.

—¿Cuál fue la barrera más difícil de romper?

—Recuerdo una conversación muy clara con una coach. Me preguntó: “¿Cuántos seguidores tienes?”. Así, me dio a entender que si publicaba sin ser conocida, estaba tirando el dinero. Casi mata mi sueño. Pero me motivó y conseguí eliminar esa infravaloración.

Porque no se necesita ser autoridad pública para tener algo que decir. Peña no necesita seguidores para contar su historia. Solo necesita verdad. Y eso, lo tiene. Y también es una victoria.

—¿Qué le diría hoy a esa Geisy que dudó de sí misma?

—Que deje de esperar a sentirse preparada. Que no necesita tener todo bajo control para empezar. El libro habla de eso: de lanzarte con lo que eres, con lo que tienes, con lo que sueñas.

Por esta razón, el libro también ha sido un ejercicio de sanación. Una forma de quitar el polvo a momentos difíciles que había guardado con llave.

—¿Cómo se vive este proceso de sanación?

—Primero, dejando de compararte. Luego escuchándote. Al escribir, afloraron momentos que en su día guardé bajo llave. Ha sido como quitarle el polvo al pasado. Escribir fue desnudarse y también liberarse. Sanar es la clave. La sociedad presiona para que seamos de cierta forma, pero el propósito —dice— no está fuera.

Está dentro de ti. A veces enterrado bajo capas de miedo, exigencia o dudas. Pero está ahí. Y cuando a veces uno no puede o no cree en sí mismo, también piensa en los que le rodean o en los que quiere.

—¿En quién pensaba cuando escribía?

—En muchas mujeres que pasan por situaciones duras. Recibí apoyo de Fundación Madrina y Fundación Tengo Hogar. Ahí vi como una mujer puede reinventarse desde cero. Este libro es para ellas.

Para las que han sentido que no son suficientes. Para mujeres en situación de vulnerabilidad, para que sepan que, a pesar de ese bache, hay una luz al final del camino. Peña les escribe a todas ellas y ellas también le responden a la escritora.

—Tengo una comunidad muy bonita. Cada mensaje, aunque sea pequeño, me toca. Me emociona saber que hay mujeres que se sienten acompañadas por mis palabras.

Y cuando se le pregunta qué le diría a una mujer que se siente rota o estancada, tiene una respuesta clara. 

—Si pudiera mandarle un mensaje a una mujer que hoy se siente rota, ¿qué le diría?

—Esto es temporal. Levántate, sacúdete y arranca. No te detengas en el dolor, ni te acomodes. Asume el control. Perdona y sigue.

—¿Cómo se ve hoy una Geisy en victoria?

—En construcción. Soñando. Aprendiendo. Tengo muchas ganas de seguir escribiendo, quizá una segunda edición o un nuevo libro. Me encantaría hacer conferencias, llegar a más mujeres. Y, sobre todo, seguir haciendo cosas con y por mi hija.

Y así es la historia de una mujer reinventada. Una mujer que se atrevió a contar su vida con Círculo Rojo, para que otras también se atrevan con la suya. Geisy Peña Turbí no solo escribió un libro. Se escribió a sí misma, capítulo a capítulo, como quien se levanta del suelo y, sin miedo al polvo, dice en voz alta: “Estoy en victoria”.