"Me aburren los palcos; la Semana Santa se busca, se callejea y se encuentra"
Cristóbal Cervantes narra qué le hacen sentir El cristo del Amor, la Madrugá en silencio y otros momentos de esta festividad

Cristóbal Cervantes Exaltación en el 75 Aniversario de la llegada a Almería y bendición de la Vírgen del Amor y la Esperanza.
Ya sea tras el micrófono o engalanado con el espíritu típico de estas fechas, Cristóbal Cervantes Hernández ha estado vinculado desde chiquitito a la Semana Santa de Almería y, posteriormente, también a la de Sevilla. Como todo un todoterreno, el periodista ha trabajado en prensa escrita, en televisión y, especialmente, en la radio, gracias a la que consiguió liderar la primera retransmisión de la Semana Santa almeriense. Ha sido además pregonero y narrador, pero, sobre todo, amante de este periodo del año en el que las calles se iluminan con las antorchas y el olor del incienso impregna el ambiente.
¿A qué huele tu Semana Santa?
Mi Semana Santa huele a roscos fritos que hacía mi madre en Garrucha. Ahora ya no los hace porque nos hemos vuelto muy cómodos, tanto ella como yo, y los compramos directamente.
Entonces para ti, ¿la Semana Santa qué sentido es? ¿Tacto, oído, olfato, gusto o vista?
Yo creo que la Semana Santa es tan grande, su universo es tan inmenso, que lo podemos vivir con los cinco sentidos. Pero si tengo que elegir uno seguramente sería el olor. El incienso, las velas, las flores incluso. Me parece un sentido muy interesante.
Y atendiendo también al gusto ¿comida favorita en Semana Santa?
Las torrijas y los garbanzos, el bacalao con garbanzos y espinacas.
Ahora la vista, ¿qué imagen te sigue removiendo por dentro después de tantos años?
Pues la primera que yo vi en Almería, cuando mi familia decidió dejar Garrucha para venirnos a vivir en Almería. Esa primera imagen que yo tengo es la del Cristo del Amor, de Jesús de Perceval y Nuestra Señora del Primer Dolor, que salen de la parroquia de San Sebastián. La vi con seis años.
Entiendo que fue el primer paso que te quitó el aliento.
Sí, porque, además, con el tiempo, tuve la suerte de conocer y entrevistar a Jesús de Perceval, el autor del Cristo del Amor, y esa imagen me parece muy poderosa en la Semana Santa de Almería. Y luego la Virgen me transmite un dolor sereno precioso.
¿Te has emocionado alguna vez en la narración de una procesión?
¡Siempre! Cuando me visto, me pongo el traje, la corbata y no me puedo olvidar nunca del pañuelo, porque sé que en algún momento me voy a emocionar, pero eso no es síntoma de debilidad. Eso expresa que estás viviendo de verdad esto, que estás sintiendo lo que estás comunicando, lo que estás compartiendo.
Sobre eventos emocionantes: ¿Qué tiene el silencio de una madrugá que no tiene la palabra?
La Madrugá que yo he vivido en los últimos años es la de Sevilla. La Madrugá en Almería es muy distinta. Es el Via Crucis del Cristo de la Escucha. Y yo creo que necesitamos momentos como ese, porque vivimos rodeados de tanto ruido, de tanto lío, de tanta prisa, que lo que se vive en la madrugá de Almería con el Cristo de la Escucha por las calles, ese silencio, esa sensación de que no hay que correr, es algo que deberíamos experimentar desde luego todos los años.
Y en contraposición del silencio, ¿cuál sería tu instrumento clave en Semana Santa?
A mí me gustan más las bandas de música que las bandas de cornetas y tambores. Sintiéndolo mucho, porque tengo amigos en bandas de cornetas y tambores.
¿Desde qué lugar te gusta más ver la Semana Santa en Almería?
A mí en general me gusta callejear. No quedarte en un lugar, sino ir moviéndote. No me gustan, dicho sea con el debido respeto, los palcos. Me aburren mucho. A mí me gusta ir a buscarlas, vivirlas en las calles y encontrarme con los pasos. Me gusta particularmente mucho cuando hacen la revirá en una esquina. Ese momento en el que el paso va más despacio es como si el tiempo se parara también.
Para terminar, ¿qué momento de la Semana Santa te gustaría vivir una y otra vez?
Hay muchos momentos, pero creo que me voy a quedar con dos: el Alfa y el Omega de la Semana Santa, el principio y el fin. La borriquita, que es esa procesión de los niños, esa procesión en la que también todos nos sentimos niños de nuevo. Y la resurrección, que es lo que da sentido a todo. Es un día de luz.