La Voz de Almeria

Roquetas de Mar

Una utopía contemporánea escrita hacer 25 siglos

Crónica de la obra teatral “Pluto”

Un momento de la representación.

Un momento de la representación.

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Escenografía sencilla, sin telones, utilizando tan sólo un juego de cuatro luces laterales, máscaras de tragedia griega, un fantástico vestuario diseñado por Lorenzo Caprile y el talento de nueve actores. Así se desarrolla esta historia escrita por Aristófanes en la nueva versión  de Emilio Hernández y dirigida por Magüi Mira.


Marcial Álvarez (El Comisario, Bandolera ) lleva en su personaje el difícil reto de llevar el peso y el ritmo de la obra con una extraordinaria solvencia, sin alardes innecesarios pero con gran naturalidad y credibilidad. Él es Crémilo, un agricultor atacado ferozmente por la crisis y desencantado por la poca honestidad de sus gobernantes. Una especie de Quijote griego donde sueña que las cosas vuelvan a ser como antes, cuando había trabajo para todos,  pero con poca esperanza en la sociedad que les dirige inevitablemente cada vez más a la miseria “ …tal y como está el mundo ya no sé si enseñar a mi hijo a ser un hombre de provecho o ser un corrupto”. A su lado, como un entrañable Sancho Panza, está Jorge Roelas ( Médico de familia, Botones Sacarino ), su esclavo y escudero.  Un hombre actual donde los haya y que recuerda a esas personas que no quieren salir de la cárcel porque allí comen tres veces al día, o a esos otros con contratos basura. Tiene frases tan memorables como “…yo antes era libre; muy libre y muy pobre, me tuve que hacer esclavo para comer”.


Su suerte y la de los demás cambia cuando encuentran a Pluto, el dios del dinero ( representado por el showman  Javier Gurruchaga ), que desde tiempo atrás estaba ciego y era incapaz de repartir el dinero de forma justa. Ellos le curarán la ceguera y repartirán el dinero entre la gente honesta y trabajadora. Una utopía contemporánea  escrita hace “tan solo” 25 siglos atrás. La eterna guerra entre el poder corrupto, que necesita de pobres para seguir siendo ricos;  y la masa ciudadana enfurecida que sólo quiere trabajo, lentejas y libertad. Un espectáculo que está ubicado en la antigua Atenas, pero tanto por su lenguaje cotidiano y canalla, como por su  como su contenido, bien podría haberse ambientado en cualquier bar español  a la hora del telediario.


Buen ritmo


Podríamos pensar que una obra clásica, y que además maneja como eje central la política y la justicia universal, podría ser algo espesa y aburrida. Nada más lejos de la realidad, han sabido jugar muy bien con el ritmo adecuado, refrescando constantemente la escena a base de la entrada y salida de personajes,  los cuales siempre estaban en el escenario  aunque a veces no estuviesen en la escena. Una obra amena donde hay que recalcar el alto nivel interpretativo de cada uno de sus actores (Marisol Ayuso,  Ana Labordeta, Sergio Otegui…), la música fundamentada en ritmos negros de góspel y blues a cargo de Marco Rasa y Javier Gurruchaga ( valía la pena pagar la entrada solo por escucharlo cantar ), y sobretodo el  fondo de vigencia de la historia. Cinco minutos de aplausos y dos bis de la última canción fue el pago merecido que el público roquetero ofreció puesto en pie al terminar esta obra de “teatro necesario”.


Una última anécdota. Yendo hacia el coche para marcharme se me acercó un chico joven, bien vestido y muy educado, que me pidió algo de dinero “aunque fuera un céntimo”. Entonces me di cuenta por qué en Pluto nunca se abre ni cierra el telón.


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