El brillo de la Virgen del Saliente
Extracto de la intervención del diplomático almeriense en su exaltación de la Romería de la Virgen del Saliente

Inocencio Arias, durante su exaltación de la Romería de la Virgen del Saliente. La voz
Aunque a veces me pregunto por qué me escogen a mí para dar una charla determinada, esto no ocurre con Albox, soy hijo de este pueblo, sus autoridades han tenido abundantes deferencias conmigo y la invitación del Rector del Santuario me hizo recordar muchas cosas buenas.
La primera, que mis padres vivieron aquí en una época convulsa, la de nuestra Guerra Civil. Fueron, me contaba mi madre, muy bien acogidos, hicieron amigos y se marcharon con tristeza. La segunda es que mi madre, devota de la Pequeñica, me inculcó el cariño a la Virgen que ilumina esta comarca. Me dijo que le había hecho promesas fructíferas, que la imagen escapó del vandalismo destructor de los milicianos del Frente Popular por la arrojada acción de Luis de la Vega y unas mujeres también socialistas que, probablemente, se jugaron la vida atreviéndose a esconder a una imagen religiosa en momentos en que soplaban aires destructores de todo lo que oliera a Iglesia. Creo que aquellas personas nadando contracorriente merecían, más que yo, una u distinción de Albox.
Pienso que las gentes de esta comarca prefieren hoy olvidar aquellos tiempos fratricidas, que es mejor no abrir sino restañar las heridas, pero sin recurrimos a la memoria histórica es ridículo e injusto pretender que las tropelías de entonces sólo las cometió uno de los bandos. La Iglesia fue especialmente avasallada, unos 8.200 religiosos fueron asesinados, el párroco de este pueblo, como muestra uno de los impactantes murales que decoran este Santuario, fue acribillado y arrojado a un pozo. Y si queremos otros ejemplos a nivel nacional, dos andaluces --el poeta y dramaturgo Garcia Lorca y Muñoz Seca, el comediógrafo más famoso de los años treinta-- fueron vilmente eliminados en la zona franquista y en la republicana porque la guerra les sorprendió en el lado contrario a su ideología. Ambos hechos son aborrecibles y lo de un bando no se puede hoy pregonar y lo del otro ignorar.
Un cambio radical
Es interesante ver como España ha cambiado radicalmente desde que yo nací en la posguerra albojense a la sociedad actual. Aunque la educación comienza a renquear, hemos progresado mucho económicamente, hemos crecido tres o cuatro centímetros, no hay luto en la indumentaria, no hay mili y la mujer ha alcanzado la necesaria igualdad con el hombre. España era un país emigrante hacia el interior y el exterior y ahora recibimos miles de personas de varios continentes.Es una emigración precipitada.
Como cristianos tenemos el deber MORAL de acogerlos. No lo impone ningún deber jurídico ni del derecho internacional a no ser que sean perseguidos politicos o religiosos. Pero debemos aceptar a los que vienen buscando un sustento, en la medida de nuestras posibilidades; no es que tengamos que abrir las puertas de par en par, porque a nosotros se nos acogió hace años y, muy importante, porque LOS NECESITAMOS. Las parejas españolas traen pocos hijos al mundo. En mi juventud teníamos la tasa de natalidad de Europa. Ahora somos una de las mas bajas del mundo.
Albox tambien avanzó. Desaparecieron muchas profesiones, los tejeros, los aguadores, los alfareros, ¡ay, qué pena, Los Puntas con los que me lucí como embajador en el extranjero! Pero Albox dió un salto espectacular en los años cincuenta en donde brotó un espíritu emprendedor envidiable, creó la mayor flota de camiones de la provincia, casi todas las familias pueden presumir de tener un universitario y se han multiplicado por España sus médicos, son infinidad y sus poetas, de los que citaré en detalle alguno y ahora cuenta con dos institutos, conservatorio y dos parques empresariales. La ciudad ha salido estudiosa y en la convivencia con emigrantes hay que darle sobresaliente.
El contraste en la práctica religiosa es aún mas brutal. Muchos sacramentos, la confirmación, la confesión, han pasado de moda. Disminuyen bautizos y bodas, solo una de cada cuatro es ahora por la Iglesia. Las vocaciones se encogen, un sacerdote cubre cuatro parroquias y precisamos de curas iberoamericanos o africanos.
Por otra parte, en ciertos sectores, paralelo al cuestionamiento de nuestro país como nación y a los embates contra su unidad, la Iglesia es vista como algo rancio, se ridiculizan diversas manifestaciones católicas y no la de otras religiones y se censura que los católicos den una milésimas de sus impuestos a la Iglesia, olvidando su ingente labor social prestando asistencia a cuatro millones de personas mientras se encuentra ABSOLUTAMENTE incuestionable que se financie a sindicatos y partidos políticos.
España padece la tendencia del mundo cristiano: a mayor progreso económico, menor religiosidad. Ha aumentado nuestro despego hacia la Iglesia y no pocos lo lamentamos.
Afortunadamente, dentro de ese horizonte, nublado a veces, de nuestra religiosidad, BRILLA con luz, rocío y firmeza la Virgen del Saliente y lo que representa para muchos. No hay tibieza, ni escepticismo ni pasotismo con ella. A la Pequeñica se la quiere, nos conmueve, nos trae recuerdos impagables de nuestros padres que desaparecieron, nos fuerza incluso, algo necesario, a pensar en el más allá. Por eso le pedimos que acaben las guerras, la imperialista de Ucrania, la locura de Gaza, la del Congo y en España las danas, los incendios y la iniciativas que resquebrajan nuestra unidad y nuestra tranquilidad.
Mi madre estaría ufana de verme hacer esta petición al ensalzar a su Virgen del Saliente.