La Voz de Almeria

Adra

Los últimos aullidos del lobo, Ángel Millet cuelga las botas

Despedirte ante tu afición y en un derby, está al alcance de pocos

La despedida a Ángel Millet.

La despedida a Ángel Millet.La Voz

Pepe Cazorla
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Ángel Millet Pelegrina cuelga las botas aún sin finalizar el campeonato. La directiva del club que preside Francisco Montes le quiso reconocer su labor y entrega. Le acompañaron al acto también, su hijo, el Concejal de Deportes Juan Antonio Fernández y su tito Jorge Pelegrina que le entregó una camiseta con el número nueve. Ángel, lo recibió e hizo aullando entre lágrimas en un Miramar puesto en pie. 

El corazón le iba a mil en una mañana para el recuerdo de esas para grabar en el disco duro de la memoria. Debo decir que ha sabido elegir el momento exacto, en casa y ante su público. La mañana prometía como un buen inicio de guión de película. Se retiraba el lobo no por ganas, sino por que era el momento de abandonar la manada por otros menesteres. Comenzó el encuentro con brazalete de capitán y fue sustituido en el minuto 37 de partido. Ovación y abrazos.

En lo futbolístico, y siempre lo he dicho, que un poquito de Ángel Millet, es mucho, nunca nos dejó indiferente. Para los entrados en años como yo, la juventud es una provocación. A Ángel le vi crecer y debutar. He perseguido con la mirada de mis recuerdos aquellas carreras de este futbolista por los campos de Dios, y hasta de sus primeras lágrimas por la derrota cuando apenas tenía una docena de años en “El Maulí” de Antequera en partido de liguilla de ascenso a tercera división.

Durante su carrera, ha dejado patente su lealtad al escudo de cada equipo que ha defendido, pintando de colores el cuerpo entero a las defensas y dando capas de barniz a los porteros con sus goles. Un jugador que se vaciaba cada vez que pisaba el césped, al que se le podría reprochar su falta de acierto pero nunca su actitud, sus ganas, su deseo. Un lobo aullando en lo alto del área contraria. ¡El lobo, que buen jugón!

El abderitano siempre, en cada oportunidad que le han brindado, ha destilado un fuerte aroma a goleador, sin esperar abrir el frasco de la esencia. La paciencia con él están justificadas. Sin olvidar, que el Adra en muchas temporadas ha necesitado lo antes posible sus tantos y valorando su garra, su olfato de gol y su carácter que están ahí, aún intactos, aunque haya dado los últimos aullidos.

Era un lobo indomable de una gran manada que dio el conjunto abderitano. A los depredadores como a él, no se les olvidaba cazar aunque estuvieran una buena temporada en la jaula del banquillo. Gracias a su fiereza, a su magnetismo, a su espíritu ganador hacía agitar los partidos y a las defensas rivales, entendiendo muy bien que el área enemiga no era una zona de paseo.

Se nos va el lobo de los terrenos, si, pero nos queda el hombre, ese que aún le queda muchos aullidos que pintarnos. El lobo era un Ángel. Gracias por todo.

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