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El matrimonio que se ha convertido en una de las banderas del fútbol abderitano

Reconocimiento en Miramar por parte del Club de Fútbol Adra a Isabel y Juan

Reconocimiento al matrimonio Briones Bravezo en Miramar.

Reconocimiento al matrimonio Briones Bravezo en Miramar.

Pepe Cazorla
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El Club de Fútbol Adra emociona al matrimonio Briones Bravezo con una profunda carga de emotividad y nostalgia. El homenaje era real y desde su gestación, y en cuanto comenzaron los previos por megafonía, los corazones de todos los presentes en el Santuario del Miramar, latieron con absoluta sinceridad en un viaje por los cauces de las emociones auténticas y con las palmas echando humo en una demostración de comunión con la pareja que ponía la piel de gallina a cualquiera.

El matrimonio compuesto por Isabel y Juan se ha convertido en una de las banderas del fútbol abderitano militante durante las últimas cuatro décadas. Quienes les conocen saben lo que digo. Allí estaba también su familia, hijo y nietos con lágrimas en los ojos. Juan, es el balón e Isabel, el templete del escudo del CF Adra.

La verdad es que las raíces del cariño hacia ellos se han extendido hasta el infinito. Han recogido lo sembrado y fue justo el reconocimiento ante una multitud de incondicionales simpatizantes. Son una mujer y un hombre encantadores en todos los sentidos. Mañana puede que amanezca nublado, pero siempre les acompañará el rayo de sol y amor eterno que iluminó aún más la admiración del respetable.

Un matrimonio transparente y humano que ha sellado eternamente una fidelidad que va enlazada. En el homenaje todo los presentes sintieron la brisa de la emoción. Y se dejaron mecer sin el más mínimo rubor por la conmoción del momento. Hubo un aplauso cerrado y casi interminable al término de la comparecencia de los homenajeados. Afloraron los moqueros y el recinto del Santuario se pobló de nudos en la gargantas antes del comienzo del partido.

Conocidos o no, propios o extraños, se acercaban y abrazaban a ellos, se fotografiaba a diestro y siniestro, se aferraban a Isabel y Juan para quedarse con algo del perfume del club. No han negado ni una sola vez que sus corazones pertenecen al CF Adra. Su entusiasmo es contagioso, créanme, ya se nos ha pegado en la piel a varios de nosotros. Pero fue más que eso, una emoción indescriptible, el Miramar exultante, apasionado, viendo una declaración de amor eterno.

La fidelidad a unos colores, a un sentimiento, es un valor que merece la pena destacar. En la vida y, por supuesto, en el fútbol.

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