Los desconocidos orígenes del oasis familiar en Aguadulce en el que se puede jugar y tomar algo
Un antiguo camping sindical se convirtió en el pulmón verde de Aguadulce donde hoy familias las familias se entretienen bajo la sombra árboles con historia

Mantener el arbolado del camping fue uno de los principales objetivos del proyecto.
En plena Avenida Carlos III, motor comercial de Aguadulce, entre edificios y el bullicio de gente, el Parque Municipal Andrés Segovia aparece como un respiro y un pulmón verde. Se tratan de más de una hectárea y media de terreno verde, arbolado y abierto, donde las familias y vecinos encuentran aquí un espacio seguro para disfrutar al aire libre.
A simple vista, parece un parque como tantos otros. Pero pocos lugares en Aguadulce ofrecen tanto en tan poco espacio: espacio amplio para pasear o correr bajo sombra, dos zonas de juegos para niños, pista para patinar, un estanque, mesa de ping pong, pistas de petanca y, quizás lo más valorado por muchos padres, un bar con terraza dentro del propio recinto, que permite tomar algo mientras los menores juegan en un entorno controlado y sin coches.

El estanque del Parque Municipal Andrés Segovia y la terraza del bar El Parque.
Aunque hoy es uno de los espacios más utilizados de Aguadulce, su historia es bastante menos conocida. Este parque fue, en realidad, un camping muy activo durante dos décadas del siglo pasado y su transformación dice mucho de cómo ha cambiado el modelo turístico y social de la localidad.
De camping sindical a espacio verde
Durante los años sesenta y setenta, el terreno pertenecía a la Obra Sindical Educación y Descanso, y sobre él se construyó un camping con residencia familiar, destinado principalmente a trabajadores y sus familias. Era una alternativa económica en plena expansión del turismo de sol y playa, y una opción muy utilizada en aquel momento.

Entrada al camping en la década de los 60.
En el año 1960, La Voz de Almería anunciaba: "En estos días ha comenzado a funcionar el ‘camping’, instalado ya para su uso en la presente temporada. Dispone de tiendas, montadas con cama y colchonetas en la Obra, para cincuenta veraneantes pudiendo llegar hasta 560 personas, con sus equipos propios".
Aquel complejo era mucho más que un lugar para dormir: acogía actividades, concursos y veraneos organizados, como los populares certámenes de belleza de los bañistas.

Vista del camping en 1967 con el Mediterráneo de fondo y un Aguadulce aún sin edificar.
El cierre y las obras de transformación
En el año 1980, el camping cerró sus puertas definitivamente. Las causas fueron diversas: desde las molestias entre usuarios del camping y de la residencia, hasta la presión urbanística, con nuevas edificaciones altas que le restaron privacidad. También la cercanía a la carretera nacional dificultaba su uso como espacio de descanso.

Una de las dos zonas de juegos del parque
El cambio de uso no fue inmediato, pero en abril de 1988 comenzaron las obras para reconvertir la parcela en parque público. La inversión municipal superó los 30 millones de pesetas y permitió transformar el solar en un espacio verde abierto a toda la población. Entre 1989 y 1990 se abrió ya el parque municipal y en 1991 se aprobó la creación del kiosko-bar que sigue funcionando.
Un parque con historia
Y así, la gran mayoría de vecinos lo usan a diario sin saber que hace apenas unas décadas este espacio era muy distinto. Hoy el Parque Municipal Andrés Segovia —nombrado en memoria del guitarrista clásico Andrés Segovia, uno de los más importantes del siglo XX— forma parte ya del paisaje urbano y emocional de Aguadulce.

La zona del parque destinada al deporte, con las pistas de petanca y una mesa de ping pong.
Y para quienes lo conocen desde sus primeros días, también es la prueba de cómo un espacio puede cambiar de uso y de forma, pero seguir cumpliendo una misma función: la de ser un lugar compartido, tranquilo y al servicio de la comunidad.