No te detengas
Los sistemas hacen aguas y, del agua convulsa, emergen monstruos que son caricaturas de sí mismos, aquí y allá. Los mercados tiemblan. Las personas afilan sus garras ante un mundo que ya no será el mismo. No nos queda otra que inventar otros sistemas más justos, solidarios y sostenibles en tiempo récord. Quizás haya llegado el tiempo de opercular y/o de batallar. El odio, el miedo y la codicia funcionan, y son las claves para mover a una sociedad cada vez más putrefacta y sin valores.
Decía Andrés Rabago García, “El Roto” en su viñeta del País del 9/11/2016: “La clave es hablar alto y pensar bajo”, dibujando una silueta de Donald Trump de espaldas. Hay mucho ruido en este mundo, quedando la verdad bajo la charlatanería y el rumor. Nos tenemos que envolver bajo un manto de belleza, mientras entramos en un ejercicio comunitario de resiliencia en la búsqueda de nuestro lugar en el mundo y, liberarnos del miedo que nos paraliza, blandiendo en el rostro una gran sonrisa. Dice el escritor italiano Dario Fo: “La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos”. El poeta homosexual norteamericano Walt Whitman, empieza con los siguientes versos en su poema “No te detengas”: “No dejes que termine el día sin haber crecido un poco/ sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. /No te dejes vencer por el desaliento. / No permitas que nadie te quiete el derecho a expresarte/ que es casi un deber…” Y frente al odio usemos el amor: “La oscuridad no puede deshacer la oscuridad; únicamente la luz puede hacerlo. El odio nunca puede terminar el odio; únicamente el amor puede hacerlo”, dijo el político afroamericano M. L. King. Lo pequeño es hermoso y necesario, decía el economista E.F. Schumacher: “La codicia y la envidia demandan un continuo e ilimitado crecimiento económico de naturaleza material, sin consideración por la conservación, y este tipo de crecimiento de ninguna manera puede adecuarse a un entorno finito”. Esta enfermiza codicia va desangrando al Planeta, cuenta un proverbio de los indios nativos americanos de la tribu de los Sioux: “Cuando la sangre de tus venas retorne al mar, y el polvo en tus huesos vuelva al suelo, quizás recuerdes que esta tierra no te pertenece a ti, sino que tú perteneces a esta tierra”. Y la historia de la humanidad se va repitiendo bajo la tiranía del dinero y, “la verdad es la única superficie segura sobre la que alzarse”, dijo la sufragista norteamericana E. C. Stanton. Hagamos lo que hagamos que nos haga sentir y ser mejores en el día a día, porque el cambio será duro y probablemente más lento de lo que deseamos, pero el final de estos momentos convulsos e inciertos terminarán, mientras “Haz lo que funcione para ti, porque siempre habrá alguien que piense diferente”, dijo M. Obama en uno de sus discursos hace unos días en la campaña por la Presidencia de Estados Unidos de América. No nos detengamos, empecemos por lo pequeño, por lo cercano, por eliminar nuestros miedos para poder empezar a transitar porque “No interesa que lo pequeño parezca el comienzo” decía el filósofo y naturalista estadounidense H.D. Thoreau.
Busco siempre refugio en la belleza para poder dar estos pasos y no detenerme, por eso quiero terminar la columna como termina la película “La Gran Belleza” de Poalo Sorrentino: “El silencio. El sentimiento. La emoción. El miedo. Los exiguos e inconstantes rayos de belleza. Y luego la tristeza desgraciada. El hombre miserable. Todo sepultado bajo la vergüenza de estar en este mundo, bla bla, bla. Más allá está más allá. Yo no me ocupo del más allá, por tanto, que comience esta novela, en el fondo es solo un truco. ¡Sí!” Sí, comencemos nuestra propia novela con una sonrisa porque nos ayudará a liberar los miedos, y recordemos en todo momento la experiencia de los “poetas muertos” y los interrogantes que plantean los “poetas vivos” sobre esta sociedad que tiene que inventar otros mundos en los que vivir en fraternidad universal.