La Voz de Almeria

Opinión

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Sin el amor que encanta... La miserable actitud del odio y la venganza rompen el alma de hombres y mujeres. Ellas son un principio sublime que Dios puso en la tierra, para que unida a hombres de pelo en pecho y no monigotes poblaran la Tierra; sin embargo hay damas de hierro cuyo orgullo nefasto estropean sus almas. Piensan y no piensa bien que asistiendo a misa diariamente o sosteniendo amistades con los curas alcanzarán la Gloria a lo mejor ni lo piensan. Hay hombres y mujeres que optan por el celibato. Después de tener alguna relación previa prefieren vivir su vida libre de cargas y gravámenes, o simplemente por vocación. A partir de este articulo, salvo raras excepciones no voy a ensalzar la belleza de las mujeres en tanto y cuanto la mayoría de las pobres criaturas temen que les ‘tire los tejos’, entre las cuales aceptarían gustosas. Craso error, después de mis nupcias estuve al borde de un solo precipicio y logré soslayarlo con un par de cojones. Siendo así que cuando hombres amigos y amigas depositan un beso en mis rugosas mejillas; solo deduzco sin son de Judas o de conveniencias sociales. Yo tenía un amigo de ‘categoría superior’, tal vez movido por su fe religiosa o por otra causa me embarcó en la ‘Nave del Olvido’. No me importa, yo siempre pago los favores recibidos y un poco más, él no respeta mis opiniones y no obstante seguiré rezando: y voy a añadir: “Cuando yo tenía me llamaban Don Tomás y ahora que no lo tengo me llaman Tomás namás”. Hace algún tiempo fui vilmente engañado por una joven de pechos y glúteos ebúrneos. Los viejos verdes me miraban con odio y a ella con deseos delirantes y absurdos, ninguno hubiera sido capaz de cumplir con la hermosa tarea; en principio porque la chica en cuestión tiene un hombre en plena juventud a quien ama; y por último a estos viejos no se les pone la cosa enhiesta. A mí sí. Pero insisto mi Paca es la musa, de tal manera que si me acuesto un ratito antes, no me duermo hasta acariciar su cabecita o... No necesito sustituciones y dentro del dolor que me produce la situación mundial soy feliz. Decía Pilar Barceló con ojos de profundidad insondables y llenos de amor, este no es pecado: si el odio y el renco: “Uno vuelve siempre a los viejos sitios adonde amó la vida”. Yo no vuelvo estoy siempre junto a mi esposa y le diego con mucho cariño: Por eso mi corazón numen y amor sonriente, son todavía claras fuentes donde el encanto riela diciéndote Paca mía porque a mis cansados años los visto de juventud. Mari Carmen Muñoz Álvarez profesora de alemán calma las inquietudes del alma de los que tenemos algo de niños buenos, y algunas veces ‘pecamos’ denonadamente, pero siempre preside el amor.

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