Estamos ante la última semana para los “conchabeos” políticos de cara a las futuras alcaldías almerienses y todavía no conocemos cómo han acabado la mayoría de ellos. ¿Qué será, será? Y hasta es posible que algunos de los llamados más sensibles no lo sepamos hasta la misma mañana del sábado en el momento de la votación. Algunos viejos ejemplos tuvimos de ello en pasados plenos. En once de esas alcaldías tiene la última palabra Izquierda Unida, y habría que esperar que la Coalición no se encierre en el secretismo, demagogia ante la opinión pública o baile que llevan el resto de los partidos, empezando por los riveristas, y adelantara los pactos a los que va llegando. Aunque sólo sea para que alguien haga de la transparencia política el signo de los nuevos tiempos. ¿Y nos dejarán leer la letra pequeña de los mismos? No se preocupen, por muy pequeña que sea al final la leeremos, ya lo verán. A los políticos, como a los amantes, les cuesta mucho trabajo guardar para siempre el secreto de sus amoríos. Si analizamos las noticias que nos llegan de otros puntos del país (mira que nos cuesta trabajo decir España), los emergentes están usando la vieja estrategia política de reuniones secretas y sin contar a la salida lo tratado. A la política parece que no le sienta bien la transparencia, ¿o es a los políticos? A la pobre y bien intencionada política la visten o la desvisten unos señores a los que parece sólo les interesa ver las ligas que lleva puestas. Los emergentes venían con el ánimo de ser y traer la limpieza y la regeneración democrática y alguno se puede quedar en Almería como simple florero de eventos y procesiones. No deja de ser sintomático que el pasado sábado se nos dijera que en (y por) Roquetas no se habían reunido los dos grandes partidos (Pp y Psoe) con la gente de Rivera. Me cuesta trabajo creer que Gabriel aún no ha movido ficha. Tanto, que apostaría que ya tiene el conocimiento y control de lo que va a ocurrir el próximo sábado en el salón de plenos del ayuntamiento roquetero. Dijo Gabriel en cierta ocasión que él no tenía la cabeza sólo para llevar gorra. Y lo ha venido demostrando en estos años. Por más toros que le han soltado en el ruedo de la política hasta ahora ni un revolcón. Algún susto, pero los cuernos lo han respetado ¿Puede cambiarle la suerte el sábado que viene?