La Voz de Almeria

Opinión

La absurda guerra a la civilización

“El Comando Pellejero reaccionó con suma celeridad a la provocación del Ayuntamiento”

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Hace tiempo escribí que la mejor manera que tenía Almería para conmemorar el Milenio de la Taifa iba a ser comprobar que, diez siglos después, seguimos instalados en las banderías, los grupúsculos y las camarillas. Pues bien, a esa circunstancia vamos a tener que añadirle el reconocimiento historiográfico a nuestra raíz vándala. Sin entrar en detalles, todos ustedes saben que mucho antes de la –para muchos salvífica- invasión de los musulmanes a la península ibérica, en ella ya residían los vándalos junto a los suevos y alanos, que eran los pueblos visigodos que bajaron desde el Rhin a Hispania. El caso es que los vándalos debían de ser tipos rudos y poco dados a delicadezas, ya que su nombre ha acabado sirviendo para señalar comportamientos brutales, violentos y destructivos. Y qué mejor modo de reivindicar la raíz vándala de la Almería premusulmana que liarse a cebollazos con la escultura dedicada al Rey Jairán de la Taifa de Almería. ¡Y todo en menos de doce horas desde su presentación en sociedad! Sí amigos: el Comando Pellejero reaccionó con suma celeridad a la infame provocación del Ayuntamiento de Almería al inaugurar una efigie del rey en la entrada de la Alcazaba (¿arte y cultura en tan señalado entorno? ¡Intolerable!) y en apenas un rato ya le causó taras significativas, como privar a la regia figura del alfanje que ceñía en la cintura. Además de rápidos, pacifistas. Pero no nos desviemos. Estamos hablando de una ciudad milenaria en la que una minoría de cafres ha decretado guerra permanente contra todo atisbo de civilización urbana: estatuas, jardines, alumbrado, mobiliario urbano, etcétera. Como almeriense siento una enorme frustración, pero no más grande que la rabia de ver que cualquier esfuerzo está amenazado por un rebaño de cabestros. Me limitaré a hacer mía esa frase que Scott Fitzgerald escribió para estos casos: “Uno debería ser capaz de ver que las cosas son irremediables y, sin embargo, estar decidido a hacer que sean de otro modo”.


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