Mezquindad y subdesarrollo democrático
Deberíamos apelar a la sensatez y a la recuperación del respeto como elemento básico de la convivencia
Mientras que para conducir una pequeña moto se ha de pasar un examen riguroso sobre conductas y peligros, hoy día cualquiera se puede abrir una cuenta de Twitter o de Facebook sin más requisito que disponer de tres minutos libres ante un ordenador o esmarfón de esos. Y créanme que hay mucho más peligro en el uso que mucho descerebrado hace de estos espacios virtuales que en la eventual conducción alocada de un zangolotino en motorino. La inesperada muerte del banquero Emilio Botín ha vuelto a demostrar la capacidad de las redes para difundir mezquindad con comentarios de pésimo gusto elaborados –como siempre- por aquellos que más alto concepto tienen de sí mismos en cuanto a su catalogación moral y sentido cívico. La colección de epitafios lamentables que se han publicado a raíz de esta noticia compiten en bajeza con los que hace unos meses produjo el asesinato de un cargo del Partido Popular en León. Resulta llamativo que quienes se arrogan la quintaesencia de la excelencia cívica acaben luego rebozándose en el lodo de sus odios sin saber separar la dimensión humana de cualquier muerte de una trayectoria empresarial, política o intelectual que difiera de sus cuadriculados conceptos. “¿No eres de los míos? ¿No piensas como yo? Entonces estás bien muerto.” Esta es la desoladora destilación intelectual del aluvión de comentarios que han celebrado, literalmente, la muerte del banquero Botín. Supongo que, al margen de la opinión que cada cual tenga de los banqueros, de los políticos, de los periodistas o de los enjabelgadores de pollinos, deberíamos apelar a la sensatez y a la recuperación del respeto como elemento básico de la convivencia. Respeto por el dolor de las familias y amigos de los que ya no están, en lugar de organizar estos certámenes de inquina sobre el cadáver del considerado enemigo, que no son más que una señal de subdesarrollo democrático.