Escribo en esta ocasión a propósito de la convulsión  social provocada por la muerte del líder sudafricano Nelson Mandela y de la frase leída en uno de los periódicos tan acertada “muere un hombre y nace un mito”.

Creo que tan acertada fue que ayer en el canal de televisión Antena 3 se emitió, a la hora en la que habitualmente se ponen las mejores películas de cine, como es las diez y media de la noche, un documental que hacía un repaso sobre la vida de este gran hombre  que, habiendo pasado 27 años en la cárcel y habiéndole respondido su pueblo tan bien como subirlo a la presidencia de Sudáfrica , tuvo el valor y la nobleza de mirar el presente y el futuro sin mirar atrás, con una sabia y  bondadosa opinión de perdonar y pedir perdón.Porque en las confrontaciones de masas todo el mundo cree estar en posesión de su verdad; pero no en lo que conviene a su país, puesto que para eso hay que tener la grandeza del alma y la visión de futuro que este “gran madiva” tuvo. Y no todo el mundo la tiene.

Esto me da qué pensar en la gran afluencia de personajes políticos que se han apuntado al carro de la hipocresía de hacerse ver ante sus colegas de todos los países que también son demócratas  y que también saben perdonar a los del partido contrario.

Pero esa pose no es más que una mentira orquestada, debido a que  en este mundo hay muchos mandelas, solo que no están moviéndose en política porque, si no, cómo podrían estar dejando que se produzcan las matanzas en la República Centroafricana o en Siria, así como las hambrunas que hay en el tercer mundo.

Así que,  menos regenteo y más solidaridad para todos. Y sería deseable y conveniente que aprendamos las enseñanzas que nos dio Nelson Mandela que, aunque  en su vida también tuvo sus nubarrones, supo transmitir a su pueblo que se adelanta más con el perdón que con el odio hacia los que no piensan como nosotros. Toda una lección para la mayoría de nuestros políticos.