En la madre naturaleza un episodio triste como la muerte de una oveja o de una vaca se convierte pronto en un convite alimenticio para las aves carroñeras, águilas, buitres, incluso hienas  nocturnas. En  el gran capitalismo financiero una crisis no puede desanimar a un banquero de altos vuelos  como Botín ; presidente del  Santander. Sabe que es un momento  de grandes inversiones.

Pájaro de las cumbres (no digo de mal agüero), acaba de hacer pública su alegría refiriéndose a nuestro país:  “Es un momento fantástico porque a España le está llegando dinero para todo, para la Bolsa, la deuda pública y las inversiones directas”.

Es evidente que estamos en dos mundos distintos. El de las escenas familiares que nos trasladan diariamente los medios de comunicación con gente en el paro y enfermos dependientes que mueren sin medicinas y el del optimismo trascendental fundado en la pela. Como a esas alturas yo no puedo volar, me fijo en los augurios que dan  algunos analistas y veo que las cosas no  parecen tan consoladoras. Ahora ya hablan del año  2015 como f echa tope para nuestro crecimiento. Se hartaron de repetir que era el ultimo trimestre de 2013 y  primero del 2014  el fin  del cataclismo. Ciertamente  no se ponen de acuerdo los harúspices. Ni siquiera en tiempos de Zapatero, cuando  estaban cayendo rayos y truenos sobre la política socialista, ( ya saben de dónde procedían mayormente) nuestro Botín se desanimaba.

Estos tíos del dinero parece que vivieran en otra galalxia donde las crisis ocurren de otro modo y así no me extraña que Botín  contribuya ahora al optimismo del Gobierno actual, ya lo hizo antes con el Gobierno anterior.

Pese a todo tenemos una gran cuestión que dilucidar. Después de salvar la banca con dinero público, cuándo se resarcirá el pueblo de los sacrificios de la deuda, el déficit y  demás recortes. O dicho más descarnadamente: cuándo llegará la igualdad en este país donde los ricos cada vez son más ricos y los pobres más pobres. No parece que las leyes  que  está dando el PP privilegiando lo privado sean la panacea. Oigan lo que  se   grita en la calle.