Matar a un ruiseñor en Tarambana
El Houcine no es el negro protagonista de la película, ni Esteban Hernández Thiel es Atticus Finch, pero algo parece que ha fallado para que este marroquí haya entrado en la cárcel

El Houcine Nmeg, con su esposa e hijo, lleva 18 años trabajando en España.
Un hombre entró ayer en la cárcel en Almería por ‘robar’ en un cortijo en el que no estaba. Se llama El Houcine Nmeg, tiene 33 años como Cristo y es de origen marroquí. Se le acusa de un delito de robo con violencia y ha sido condenado a tres años y dos meses por el juzgado de lo Penal número 5, ratificada la pena por la Audiencia Provincial. Si uno accede a la sentencia, uno comprueba que la principal prueba de cargo contra El Houcine es que el dueño del cortijo que forcejeó de noche con el ladrón aseguró identificarlo en una prueba fotográfica. No hay más. El abogado defensor, Esteban Hernández Thiel, que es como Santa Rita de Casia, pidió una prueba de ADN del pasamontaña que presuntamente llevaba el marroquí, pero le fue denegada.
El relato de los hechos es el siguiente: tres rateros, amparados en la oscuridad de la noche del domingo 29 de marzo de 2022, rompieron la valla de seguridad de un cortijo de Tarambana (El Ejido) e irrumpieron con pistolas de aire comprimido, guantes y rostros ocultos por pasamontañas. Eran cerca de las 10 de la noche, cuando dos vigilantes de la finca les echaron el alto y los asaltantes exigieron a punta de pistola que les entregaran las llaves del almacén, donde se suponía que había droga. Se resistieron los guardianes e iniciaron una pelea con los mangantes, al tiempo que también llamaron a los dueños del cortijo que estaban fuera.
Al llegar éstos, pudieron apresar a uno de los ladrones que fue custodiado por la Guardia Civil. Los otros dos malhechores escaparon, aunque a uno de ellos le quitaron el pasamontaña, pero se escabulló en la oscuridad de la noche dejando su cara al descubierto apenas un instante, un instante que es lo que ha llevado a la cárcel, por más de tres años, a El Houcine Nmeg, residente en Santa María del Aguila, con 18 años de estancia en Almería.
La historia es que, aún sin antecedentes penales, la foto de El Houcine estaba en los archivos policiales por un incidente de amenazas prescrito ocurrido con una antigua novia por el que fue condenado a 44 días a trabajos comunitarios cuando tenía 23 años.
Ante la Guardia Civil, el dueño del cortijo declaró que el asaltante que huyó tenía rasgos magrebíes y cuando los agentes le mostraron las fotografías de varios hombres que encajaban con su descripción, aseguró reconocer a El Houcine. la Guardia Civil no practicó ninguna prueba, más allá de la exhibición fotográfica al denunciante, sin mandar analizar mediante ADN marcas o heridas en el pasamontaña que quedó en poder del juzgado tras la huida.
Durante el juicio, el acusado se declaró inocente y explicó que cobraba 1.600 euros mensuales como chófer en la empresa J. Carrión, que no necesitaba robar para mantener a su familiar y que la noche del robo se encontraba haciendo una barbacoa en su casa junto a su padre, su madre, su esposa y su bebé. Además, el otro acusado del robo, un marroquí de 23 años, con antecedentes de varios delitos, reconoció los hechos y explicó que no había visto en su vida a El Houcine.
Aportó el acusado un extracto bancario de que a la misma hora del asalto- las 10 de la noche- se encontraba sacando dinero de un cajero a 14 kilómetros del cortijo de Tarambana, pero el juez no lo tuvo en cuenta. El Tribunal Constitucional ha inadmitido el recurso de amparo y solo queda la luz de un recurso de revisión ante el Supremo que no paraliza la ejecución de la sentencia. Uno cree a pies juntillas que El Houcine no está en prisión por ser magrebí, ni por xenofobia ni racismo; no es El Houcine el negro de 'Matar a un ruiseñor', ni Esteban, su abogado, es Aticus Finch, ni Almería es Alabama. Sin embargo, aunque la justicia sea ciega, debe tener sentido común. No hace falta ser Hércules Poirot, ni Margarita Landi.