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Opinión

La soledad de Mariano Rajoy

La soledad de Mariano Rajoy

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Mariano Rajoy está solo. Puede que él no se sienta así, que al mirar a su alrededor vea a gente de su partido presta al aplauso o a darle su sincero apoyo. Incluso se sentirá arropado por esa mayoría absoluta de la que su partido dispone en el Parlamento y que le garantiza no perder ninguna votación ni enfrentar ningún sobresalto. Pero la mayoría absoluta no es suficiente para gobernar. Hace falta algo más que es la capacidad de entenderse con los otros y sobre todo de contar con la confianza de la sociedad.


El presidente viene demostrando que es un político correoso, que no es blando y que no está dispuesto a que le quiebren. Además es buen parlamentario y domina el arte de la oratoria cuando se sube a la tribuna. Otra cosa es que logre convencer, porque lo cierto es que ni los suyos, más allá de declaraciones oficiales, están convencidos de que Rajoy vaya a salir airoso del asunto Bárcenas. Aunque ya digo que cuando le aguijonean se crece por más pereza que le produzcan esos “cuerpo a cuerpo” con los dirigentes de la oposición.


Pero volviendo a la mayoría absoluta, esa que le permite agotar la legislatura, sin embargo, no le va a ser suficiente para gobernar. Ya digo que para gobernar hacen falta complicidades con la sociedad. Aún así, yo creo que Mariano Rajoy es de los que resisten, sobre todo porque está convencido de que él no ha hecho nada incorrecto y por tanto no tiene cuentas que saldar.


De manera que se enroscará en la Moncloa dispuesto a aguantar lo que haga falta haciendo oídos sordos a los ataques de la oposición, a los periódicos nacionales y extranjeros, a las miradas reticentes de algunos de sus colegas de allende de nuestras fronteras.


Pero, sobre todo, parece dispuesto a esperar que el asunto Bárcenas termine su recorrido judicial del que tanto él como buena parte de la ejecutiva del PP, esperan que quede en nada.


El cálculo que hacen los populares es que hay asuntos que, aunque puedan ser delito, han prescrito, otros que son faltas administrativas pero no delitos, y otros que no se pueden demostrar y que, por tanto, al final el caso Bárcenas terminará desinflándose.


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