Todos contentos, nada seguro
Todos contentos, nada seguro
Mediáticamente al menos, ayer fue un día de repicar gordo. Utilizaras el periódico o te pasaras a la radiotelevisión dando un barrido por las cadenas, todo quisque comentaba lo mismo: la gran noticia era los 127. 248 desempleados menos con que se cierre el mes de junio. Y no es para menos después de cinco años de crisis bajo los peores augurios.
A todo trapo los estrategas del Partido Popular utilizaron el adjetivo “histórico” como si no fueran también históricas todas las demás cosas que ocurren, y dentro de la gran ola eufórica el más visionario fue el ministro Montoro para quien lo peor de la crisis ha pasado ya, a los sumo solo quedarían dos telediarios. La oposición, por su parte, reconoce unánimemente que la caída del paro es una buena noticia para este país, aunque tiene sus reservas respecto a si las reformas del Gobierno de Rajoy están dando el resultado pretendido.
En cualquier caso, la gran incógnita se disipará en septiembre/noviembre cuando comprobemos o no que estos datos. son frutos de la estacionalidad como es tradicional en estos meses o consecuencia de las reformas conservadores.. De momento todo el mundo parece contento, aunque nadie en realidad se muestra seguro. Se ha publicado un gran informe, realizado por profesores de economía , que pone sordina el optimismo del que hace gala el presidente Mariano Rajoy.
La principal conclusión es que el partido que está en el Gobierno está imponiendo una politica económica equivocada que favorece poco el despegue del empleo de calidad. Desde luego el menos contento en este sentido a tenor de sus intervenciones recientes, sería el propio expresidente José María Aznar.
Veamos algunas sospechas de quienes disienten. El ideal del Gobierno es a todas luces terminar con la temporalidad en el empleo, aumentado el número de los contratos indefinidos.
Pues bien, contra todo pronóstico reformista, lo que no ha cambiado hasta el momento es el patrón de contratación; solo este supone un 6,8%, lo cual hace pensar que tendrían razón los defensores de la estacionalidad.