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Opinión

Ante el mal o la estulticia

Ante el mal o la estulticia

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No entra en mis cálculos centrar mi preocupación y dolor solamente en España, cuando casi todo el mundo está en las mismas coordenadas de injusticias manifiestas. “Quien conoce una mujer lo sabe todo”.


Me gustaría saber en que fecha nació Don Mariano Rajoy para expresare mis felicitaciones por su acierto como Presidente de España y esa verbosidad que, de alguna manera, nos deja con la boca abierta.


“Pedro Yanguas argumenta que, tan generoso es el Señor, que el día que sembró al ser humano su generosidad se vio colmada al servir ESTULTOS para varias eternidades. No quiero que digan que el SUMO HACEDOR discrimina”. “La alianza es un traidor que se ha alineado con la imaginación”


Tal como andan los asuntos aquí y allí deberían tratarse con buena voluntad y cordura. El  caso de Grecia clama al cielo y la tierra y el de tantos otros países cuajados de sinvergüenzas y erguidos cual si vinieran vencedores de una batalla campal.


Bárcenas puede que un día  llegue a ocupar una hornacina, dentro de los profundos infiernos, junto a Lucifer, por las múltiples dádivas que dio a los pobres.


“A los miedosos hay que ponerles  compresas”  Yo llevo calzoncillos, como mi abuelo, pero en su justo momento me los quito.


Mis amigos Eloy Sedano y Gonzalo Ortiz, ligeramente enfermos, argumentan lo siguiente “La sociedad a lo largo de su historia ha mostrado poco interés  por los enfermos mentales tan dignos de  consideración como cualquier otro enfermo y ha creado muchos arquetipos que han originado el estigma hacia los mismos”.


Dios mío, cuanta amargura y cuantas lágrimas llevan los ríos que van a dar en la mar.


Rajoy y Rubalcaba intentaban de buena fe hacer un pacto, pero hay un serie de intereses creados, que aglutina a un número inmenso de canallas que “cubren el Sol”


A Montoro lo obvio y la imagen de José María Aznar me produce daño, el mismo que hizo él durante su mandato. Parece ser que los obispos, otrora llamados príncipes de la Iglesia, ignoran el dolor horrendo y patético de los niños que mueren antes de los doce años sin  tener fuerza para verter sus lágrimas y se las tragan antes de dejar esta tierra repleta de injustas leyes. Por ello solo confío en el SUMO HACEDOR Y EN LA SANTÍSIMA VIRGEN.


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