Aquí están ya las mejores verbenas de verano de los pueblos de Almería
Llegan con obstinación los veraneantes a los pueblos de la provincia, en romería dichosa, se ponen las bermudas y las chanclas, bailan hasta caerse; días después se marchan como vinieron

Animada verbena popular en Olula de Castro, un pueblo de solo 180 habitantes.
Llega como cada año con obstinación el verano a los pueblos de la umbría almeriense; y llegan también, con similar contumacia, las gentes que un día se marcharon siendo niños a las grandes ciudades. Y se transforman esos pequeños municipios y aldeas en territorios de felicidad estival que hay que conquistar canícula tras canícula: la verbena de todos los años, los caracoles en el bar con el sabor de la niñez, las sillas en la puerta, la holganza, las moscas, las noches estrelladas; llegan, tercas, como cada año, las vacaciones, y regresan, en romería dichosa, los hijos del pueblo desde Barcelona, desde Madrid o desde un chalet de Villablanca. Pero durarán poco: unas semanas en bermudas, desayunando tarde, yendo a la ermita a visitar al santo siguiendo la costumbre de los mayores. Pasarán los días de agosto y volverá el pueblo a quedarse vacío como una isla sin Robinson.
Viven esos pequeños pueblos almerienses de eso: de esos entrecortados regresos de verano, de las migas de los domingos, de la inventiva de alcaldes y concejales como los de Almócita o Alcudia -por poner un ejemplo de los más imaginativos- que hacen el pino para programar actividades lúdicas y de ocio que provoquen la curiosidad de los urbanitas por viajar allí un domingo; municipios chiquitines de 100 o 200 habitantes que se obstinan en seguir adelante con secretario municipal, con una piscina, con un parque, algunos de ellos bendecidos por la llegada de alguna familia de inmigrantes, como nuevos repobladores que propician algo de actividad. Más de la mitad de la población de Almería se ubica en solo tres municipios de los 103 que componen esta provincia esquinada.
Viene todo esto a cuento porque el Gobierno de Juanma Moreno, acaba de aprobar la Estrategia frente al Desafío Demográfico (2025-2030) cuyo objetivo es alcanzar los 10 millones de habitantes en Andalucía (en la actualidad hay 8,6 millones). Almería, fruto de esa tendencia del interior a la costa, es, junto con Granada, la segunda provincia andaluza con más municipios en riesgo alto de despoblación: 22. Málaga, por ejemplo, solo tiene 8, y Sevilla 1. La diferencia es abismal en detrimento de Almería. Y, ya se sabe, perder un pueblo es enterrar una pequeña cultura local, un rosario de pequeñas tradiciones, apellidos y remembranzas.
Es difícil -la Diputación Provincial lleva años trabajando en ello, frenando esa querencia al dulce litoral (está pasando incluso dentro de un mismo municipio: de El Ejido a Almerimar, de Vera a Veraplaya, de Mojacar pueblo a Mojácar Playa)- pero no imposible. Es cuestión de incentivar la llegada de más servicios, aunque parezcan un derroche, mañana quizá no lo sean; hay que fomentar la igualdad de oportunidades, la capilaridad de las infraestructuras, la digitalización, facilidades fiscales para la vivienda rural para poder fijar población. Que cualquier vecino de Somontín o de Bayarque, de Velefique o de Senés, no esté a más de treinta minutos de un ambulatorio o de un Instituto. Nos va la provincia en ello, una provincia llena de matices y contrastes, de extravagancias y singularidades, que la hace más divertida que ninguna otra.