A qué juegan Iberia y Aena con Almería
Aprueban una ampliación del aeropuerto de Málaga, con 25 millones de pasajeros; Almería, ni 1 millón, menos vuelos y a triple de precio

El aeropuerto de Almería podría tener un futuro incierto cuando empiece a funcionar el AVE.
Lo soltó a borbotones el otro día David Uclés, el escritor del momento, cuando vino a la Feria del Libro: “Conozco todas las ciudades de España menos Castellón y Almería, es porque aquí es muy difícil llegar”. Cuesta tanto llegar a Almería que cualquier escritor que lo consigue o consiguió -Pedro Antonio de Alarcón, Gerald Brenan, Richard Ford, Pérez Bayer, Goytisolo- va y lo cuenta, como cuando Dominguín se acostó con Ava. No es nuevo, pero igual que el que tiene hambre pide todos los días a la puerta de una iglesia, los almerienses no deberían dejar de mendigar vuelos a precios razonables. Desde la UCD al PSOE, pasando por Alianza Popular, PP, Partido Andalucista, Los Verdes o Partido Animalista, en Almería, en cuestión de vuelos, han primado más -aún siguen primando- los intereses de partido que los intereses de provincia. Nunca ha habido un ‘pacto de Estado’ para coger a Iberia, a Aena o al ministro de Transportes por la solapa y decirle: “Qué hay de lo nuestro”; nunca, que se haya sabido, se han reunido en un reservado del Sevilla o del Catamarán, diputados del PP y del PSOE para que le den a Almería la parte del tocino que se le adeuda.
Las comparaciones son odiosas, pero para el que pierde, no para el que gana: Almería tuvo que esperar a 1968 -cuando el bikini ya estaba inventado- para tener aeropuerto, los primeros alemanes que trajo Rossell vinieron por el aeropuerto militar de San Javier, en Murcia, porque lo autorizó el general Cavanillas; a Málaga, sin embargo, le hicieron su aeropuerto en 1946. Almería no llega al millón de pasajeros al año, ocurrió solo una vez: de 2005 a 2007 (en los años 80, por ejemplo, había el doble de vuelos a Alemania que hay ahora); Málaga supera los 25 millones sin despeinarse. Ayer mismo se celebró en Madrid el Consejo de Administración de Aena, el ente administrador de los aeropuertos españoles, del que es accionista mayoritario el Ministerio de Transportes junto a otra parte que cotiza en Bolsa. Se aprobó una nueva ampliación del aeropuerto malagueño para poder recibir como se merece a esos almerienses, que poco a poco, van olvidando su aeropuerto provincial y abrazando el vecino que ofrece más frecuencias y a precios competitivos.
Lo que no son cuentas son cuentos: mientras que el precio medio de volar desde Almería a Barajas son 300 euros, desde Málaga son 110 euros por billete. Hagan la prueba: busquen lo que cuesta volar a Creta desde Almería este verano y lo que cuesta volar a Madrid y se sorprenderán. Lo dijo hace poco un almeriense muy viajado, Jesús Miranda Hita, inspector de Naciones Unidad: ·Me cuesta más caro volar desde Madrid a Almería que desde Ginebra a Almería pasando por Madrid”. No hay quien lo entienda, las comunicaciones aéreas con Almería son una jaula de locos.
El aeropuerto alquianero (LEI en la jerga) suma también otro agravio más anecdótico que funcional: por no tener no tiene ni nombre de bautizo, frente al Pablo Ruiz Picasso malagueño. Los trastos se los tiran ahora mutuamente los políticos de la provincia por la declaración de Obligación de Servicio Público (OSP) para el vuelo Almería-Madrid, sabiendo, como saben, que no es posible; que es como querer coger la luna con las manos. La propia Iberia (la dueña de los de los derechos de vuelo (slots) que usa su franquiciada Air Nostrum) anima a los diputados almerienses a que la peleen. Un caramelo envenenado, puesto que la propia aerolínea española de bandera sabe también -bien que sabe- que es muy complicado, por no decir imposible, que la Comisión Europea acepte una declaración de este tipo sin que ello sea considerado una intervención estatal de cara a la libre competencia de mercado. El establecimiento de una OSP -según el reglamento europeo 1008/2008- debe estar sujeto a condiciones muy tasadas y justificadas. En la actualidad, existen en España 23 rutas aéreas sobre las que el Gobierno, con el visto bueno de Bruselas, ha establecido una OSP:13 en Canarias, para enlaces entre islas; 4 en Baleares; 2 en Extremadura para las rutas de Badajoz con Madrid y Barcelona; 1 en Andalucía, en la ruta Almería-Sevilla; y 3 en Melilla para enlaces con Almería, Granada y Sevilla. La mayoría de estas rutas las financia el Gobierno Central excepto la de Andalucía y Extremadura, que las pagan los gobiernos regionales. Lo que habría que agendar es un debate político para ver si a los almerienses nos interesa mantener la OSP con Sevilla o cambiarla por Madrid. Las dos al mismo tiempo es un hecho que no pasaría el filtro de Bruselas. Antes que Almería, Murcia pidió una OSP al Ministerio de Transportes para el vuelo de Cervera a Madrid y aún está esperando respuesta.
Hay algo que no cuadra: si los vuelos van repletos de pasajeros, por qué Iberia no pone más frecuencias, ¿renuncia a ganar más dinero? ¿hay problemas de slots? Algo no cuadra en todo esto; alguien no cuenta -no le cuenta a Almería- todo lo que sabe. Teniendo en cuenta los precios que cobra, Iberia tiene en Almería un santuario de cash-flow: pocos vuelos, caros, llenos hasta la bandera y en régimen de monopolio de hecho. Intentó competir Juan José Hidalgo con Air Europa, lo intentó Gonzalo Pascual con Spanair, pero salieron huyendo en cuanto Iberia asomó las garras.
Qué pasará con el aeropuertillo de Almería cuando empiece a volar el AVE dentro de dos o tres años: ¿se convertirá en un aeropuerto fantasma, solo para vuelos internacionales (ya hay más vuelos internacionales que nacionales)? ¿quedará silente o en la reserva como un militar retirado? Sin un módico aeropuerto no puede haber crecimiento turístico, ni desarrollo económico, ni congresos, ni competitividad empresarial que valga. Menos mal que los tomates no necesitan aeropuerto.