El rearme
El rearme
Aborrezco las cruzadas moralizadoras impulsadas por grupos más o menos altruístas en torno al fenómeno universal de la corrupción. Ha visto uno tanta hipocresía que de entrada me pongo en guardia contra las propuestas éticas forzadas por la crisis que ahora surgen tanto de derechas como de izquierdas. Nada tan vergonzoso como ver echarse unos a otros las culpas cuando son incontables los casos, de aquí y de allá, que delatan el grado real de corrupción que miden tanto el PSOE como el PP. Me pregunto cómo un político puede atacar los casos de corrupción en Andalucía callando los que se dan en Valencia, Madrid, Galicia o Baleares. Está visto que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. A pesar de que hablen mucho de austeridad todavía no he visto a ningún partido que se vista de saco y rocíe de ceniza su cabeza para renunciara los privilegios del mando. Hacen arabescos, racanean sutilmente con las formas, buscan dar el pego en los medios, pero a la hora de la verdad nuestros dirigentes trinan por mantener su alto nivel de vida. Y a los ejemplos me remito. Conozco alcaldes que se han puesto ricos sirviendo al pueblo o eso pregonaban como si fueran monjes. Por todo lo cual, me voy convenciendo de que la salida de la crisis no vendrá de los ejecutivos ni de los economistas, tampoco de los políticos por muchos congresos o simposios que celebren, sino del rearme moral del pueblo. Trabajadores sin esperanza, jóvenes en paro, familias cuyo fin de mes es un castigo, empresarios quebrados, profesionales firmes defensores de lo público. Aquí está el rearme moral contra el saqueo y la estafa. Todo lo demás son cuentos y llevamos mucho tiempo siendo víctimas de ellos.