Un simple toldo en Cabo de Gata ha venido a demostrar la inutilidad y la masificación de los gobiernos que tenemos. Nunca podía imaginar aquel pobre toldo que los tres gobiernos que rigen nuestros destinos iban a estar tan preocupados por él. Lo único que él quería era dar un poco de sombra a los clientes, y los tres gobiernos, tan preocupados ellos por los ciudadanos (por lo menos eso dicen) andan empeñados en que el toldo deje de dar sombra en los rigurosos meses de verano a los pobres mortales. Y para ello dos inspectores de Luis Rogelio, otros dos de José Antonio Griñán y por si faltaba alguno, otros dos de Mariano Rajoy se dieron cita con el toldo a explicarle que era ilegal. Que tenía que desaparecer. Si nos lo cuentan no nos lo creemos. Seis inspectores, tres de cada  administración, contra un pobre toldo. Qué vergüenza señores. ¿Cuánto nos ha costado a los ciudadanos las tres visitas de los papás estado? ¿Es serio que se tripliquen las administraciones? Cómo queremos que esto funcione si gastamos el triple ante cualquier situación. No parece razonable que sigamos pagando tantos gobiernos, tantos inspectores, tantos políticos, tantos coches oficiales, tantos enchufados. No tenemos dinero para ello. El toldo de Cabo de Gata nos ha venido a demostrar que aquí nos sobra alguna administración, o la central, o la regional o la municipal. Y porque don Gabriel Amat no ha mandado a sus inspectores de diputación (y no me venga conque no tiene competencias, no las tiene para otras muchas cosas y las hace). Cuatro mandando en lo mismo, estorbándose los unos a los otros, pero todos cobrando buenos sueldos.