Me encantan estos políticos nuestros. Y si son pequeños y matones: Más. Si no estas de acuerdo con ellos: “Eres un estúpido”. Si no dices lo mismo que ellos: “Sólo dices estupideces”. Menos mal que estoy de acuerdo con lo de los convenios. No me podrá decir don Pablo que digo estupideces. Me permite usted que le diga que el del edificio ciento dos, por el número de pueblos de la provincia, me parece un atropello a los dineros de esos municipios por parte del presidente de la diputación, de su partido y del alcalde roquetero: Gabriel Amat. A que ahora si estoy diciendo una estupidez. Don Pablo, me va a decir que usted no está en diputación y que no es el competente. Vale. Si usted no tiene competencias en los asuntos de otra administración, ¿sabe si ésta tiene competencias por ley en los servicios sociales del territorio autónomo andaluz? Y no podríamos estar hablando entonces de una malversación de fondos públicos cuando se gastan el dinero de unos ciudadanos en algo que no es de su competencia. ¿Otra estupidez, verdad don Pablo? Cada vez que se dice algo que no les gusta el epíteto. No, si lo tengo claro, los ciudadanos somos unos estúpidos, estoy de cuerdo con usted, pero por haberles votado en alguna ocasión. Si los alcaldes de los pueblos pequeños tuvieran lo que hay que tener habrían puesto hace muchos años a diputación y a sus presidentes en su sitio. Otra estupidez según usted, lo sé. Pero posiblemente les iría mejor en muchos aspectos.

Una pena esa falta de coraje a la hora de enfrentarse a los jefes. Me va a permitir que siga siendo un estúpido y siga diciendo estupideces.