El grito
El grito
Oscar Wilde parece que dio con la tecla en su famosa frase: la realidad es la que imita al arte y no al revés. Y en este momento del mundo parece cumplirse. Una crisis planetaria que pone al borde del hambre a millones y millones de criaturas a la vez que enriquece a los especuladores financieros, tiene hoy a una parte de la humanidad en un permanente alarido. Y quizá no sea mera coincidencia del mercado que el célebre cuadro de Munch "El grito" se haya vendido en noventa millones, uno de los precios más altos de la historia. ¿Por qué grita la gente? El ideal de la sociedad del bienestar no parece fácil en grandes extensiones de la tierra. Mil millones de seres humanos no gozan siquiera del elemental sustento. Las nuevas tecnologías gozan en potencia de posibilidades para acabar con el hambre en la tierra. Sin embargo basta una mirada al telediario para ver escenas que nos retrotraen a las edades del castigo bíblico. El personaje de Munch atraviesa un puente que parece trasladarle de un paisaje de tormenta a otro de tranquilidad y de paz pero esto no avanza en realidad. El cambio climático, negado por tantas fuerzas interesadas, nos advierte del peligro de quedarnos sin nuestro habitat. Da miedo enterarse de que las naciones que más contaminan se van retirando de las organizaciones a nivel mundial. La otra vieja maldición que es la guerra tampoco muestra esperanza como fruto cierto. Cierto que la democracia se impone como solución a la tiranía, pero otra tiranía, nunca vencida, impone el desorden entre los seres humanos; es la desigualdad, la explotación del dinero. Lo cierto es que nos empobrecemos y en esa dura lucha por la vida, los poderes tratan de defenderse contra la masa, al tiempo que la masa grita y grita desesperadamente.