Un instante de vida más en La Alcazaba
Un instante de vida más en La Alcazaba
AAquel otoño era apacible y el maestro prefería enseñar fuera de los muros de la escuela. Al atardecer y como era su costumbre nos hizo sentar a su alrededor, en la explanada de la Torre de la Vela, formábamos casi un círculo algo desordenado, pero expectante ante aquel narrador excepcional que era Hakim Bajira, nuestro maestro. Mientras hablaba todos cerrábamos los ojos, ese era su deseo y él mismo lo hacia, desde aquel lugar se podía ver el mar, yo los dejaba entreabiertos e imaginaba que zarpaba en busca de aquellos lugares lejanos, donde transcurrían sus relatos. Solo algún tiempo después comprendí, que en casi todos las ciudades de cualquier lugar del mundo pasan cosas parecidas, que las injusticias y las miserias se repiten por cualquier parte, y que aquella técnica del alejamiento, solo era un recurso narrativo, una licencia o una protección para no levantar sospechas y que los ofendidos no emplearán su vileza contra el cuentista.
-Hace ya tantos años que nadie podría recordarlo, en la ciudad de Bagdad, llegaron a oídos del Califa graves acusaciones. En las afueras de la ciudad, al pie de los muros de una mezquita casi derruida se reunían unas gentes que habían suscrito un pacto secreto de hermandad entre ellos. Seguían las enseñanzas de Hassan, el imam ciego al que muchos consideraban un loco y un hereje. Uno de los visires aconsejó mandar a un espía, debía infiltrarse haciéndose pasar por uno más y confeccionar informes detallados de lo que allí sucedía.
El hombre encargado de cumplir la misión, uno de los más leales servidores del Califa, fue aleccionado y vestido con ropas humildes para pasar desapercibido entre aquellas gentes, que rehusaban cualquier ostentación, que practicaban la pobreza y el desapego de las riquezas y los bienes de este mundo. El espía fue memorizando las predicaciones del imam y tomó las precauciones necesarias para hacerlas llegar a su señor.
Ayer después de la oración de la noche, Hassan el Ciego, dijo que tener propiedades era como cometer un delito y que los hermanos de la verdad, así se hacen llamar, deben de marchar como las hormigas sin que nadie sienta el ruido de sus pasos y han de mudar su piel como la serpiente que suelta su camisa. Tomad veneno para manteneros vivos y amad la muerte para guardar la vida.
Otro día los congregó a todos en la mezquita y le pidió que cada uno de ellos contara su secreto a su hermano, que levante el velo que oculta el fondo de su corazón para que cada cual ilustre al otro y así realizar, unos para otros, vuestra perfección. Debéis desdeñar acudir a la casa del poderoso, aunque fuerais llamados a su presencia, pues el único poder que os corresponde reconocer es el de Alá.
Cuando los informes del espía estuvieron en poder del Califa, ordenó traerlos presos para ser juzgados de los graves cargos de herejía y sedición que contra ellos pesaba. El primer juez del reino preguntó a Hassan y a sus seguidores si eran ciertas aquellas acusaciones y ninguno de ellos las desmintió, aunque sabían que serían decapitados al día siguiente. En la más grande de las plazas de Bagdad, se concentró una multitud que esperaba ver al verdugo cumplir la orden del soberano.
Antes de que el verdugo ejecutara la pena, un hombre joven alzó su voz y dijo que el debería ser ejecutado en primer lugar, que él era también uno de ellos. El juez quiso saber que adelantaba con ello, si yo muero en primer lugar ellos tendrá un instante más de vida, entonces el Califa apesadumbrado por la valentía y la sinceridad de aq