La Voz de Almeria

Opinión

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Quienes lucharon por el advenimiento de la democracia tienen que estar algo decepcionados viendo que no se corresponde con el ideal acuñado durante la transición. Recorte de derechos, políticas antisociales, gobiernos que abusan del decreto, paro y despido sin contemplaciones, amenaza contra la libertad de expresión son algunos síntomas de la desaceleración democrática. No hay que extrañarse, por tanto, que en este caldo de cultivo vaya poniendo la serpiente sus huevos ponzoñosos. La gente se siente engañada ante la inutilidad operativa de sus dirigentes. Los partidos pueden sentirse orgullosos de sus congresos por aclamación, a la manera caudillista, pero la verdad es que no pueden hacer mucho por nosotros, son como dijo nuestro presidente, unos mandados. En las naciones europeas más golpeadas por la crisis se nota un resurgir del fascismo. Me da lo mismo que sea de derechas o de izquierdas; si uno conduce al Archipiélago Gulag, el otro da paso a Auschwitz. No estaría de más recordar que Hitler subió al poder de forma democrática. Pronto extendió su delirio. Un pintor de tres perrillas impuso la camisa, el correaje y las botas a toda la cultura alemana. Inflación sin límites. Crisis del capitalismo junto al malestar obrero. Había que parar aquel boomerang. La economía productiva se convierte pronto en industria  de guerra. Al fin y al cabo la última fase del capitalismo en crisis es la guerra de las naciones. Viendo lo que ocurre en esta juventud sin esperanza y en estas oleadas de parados, muy poco me gustaría que en ellos hiciera su nido otra vez la escurridiza  serpiente.


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