La Voz de Almeria

Opinión

Conversaciones con Rebeca Spencer

Conversaciones con Rebeca Spencer

Publicado por

Creado:

Actualizado:

-¿Cuando conociste por primera vez a Almería Rebeca?


-Algunas semanas antes de cumplir los treinta años, firmé en los juzgados de Bristol mi divorcio. Raquel, mi querida amiga Raquel, acababa de regresar de sus vacaciones en España y estaba impresionada por Andalucía, decía que todo en esta tierra aún guardaba parecido con el relato de los viajeros románticos del siglo XVIII. Yo necesitaba cambiar de aires, por eso embarqué mi viejo Ford en un ferri y llegué hasta Gibraltar, así lo hacíamos todos los británicos en aquella época.


- ¿De qué año hablamos Rebeca?


-La primavera de 1960, quería conocer Sevilla, Córdoba, Granada, las Alpujarras por los relatos de Gerald Brenan y Ronda. Después de visitar los pueblos de la Alpujarra debía volver a Gibraltar, pero en el cruce de caminos debí de equivocarme y en vez de tomar dirección a Málaga lo hice para Almería. En aquel tiempo las carreteras eran muy primitivas y no creas que estaban las direcciones bien indicadas.


Ese primer viaje fortuito a Almería fue algo especial, estaba muy asustada la carretera era estrecha y llena de curvas, muchas de ellas al borde de barrancos que descendían hasta el mar. Nunca había conducido por un lugar tan peligroso y además un viento racheado que venía del mar, arrancaba unas plantas secas de pinchos que rodaban como bolas enormes de un lado para el otro del asfalto.


Cuando quise darme cuenta llegó la noche, oscura sin la luna, pero el cielo estaba cuajado de estrellas. Apenas me cruzaba con otros coches y tuve la sensación que no lograba avanzar, creí estar dando vueltas a un círculo una y otra vez, no sólo estaba desorientada, había perdido la noción del tiempo y no sabia si llevaba muchas o pocas hora conduciendo


Almería 19 km, dibujado sobre una piedra con letras rojas, la señal la recuerdo como si la viera en este instante. Poco después, ya en la ciudad empezaba amanecer. Dejé el coche en el primer lugar que encontré y recorrí las calles vacías, llegué a un barrio con casas excavadas sobre la ladera de las montañas, las fachadas encaladas y pintadas de azul añil y colores muy atrevidos, podía oírse a los gallos anunciar la mañana, en medio del laberinto, que aquellas calles destartaladas y pobres formaban. Pensé entonces y lo sigue haciendo ahora que el abandono había sido una desgracia para esta tierra, pero también de alguna forma había protegido su belleza, que tenía un aire tosco y rudimentario, envuelta en una luz pura y antigua como de otro tiempo, que te arañaba los ojos.


Por eso he permanecido aquí durante todos estos años y lo haré hasta mi muerte, aunque nunca he dejado de preguntarme si es que aún sigo desorientada como estuve durante mi primer viaje o es que esta tierra, es el lugar que me corresponde, la única patria que esta vida me ha dado. ¿Quién puede tener certeza sobres estas cosas?


-Quizás nadie, le digo a Rebeca Spencer.


tracking