Pena negra, pena blanca
`Si la pena de prisión permanente revisable es una pena negra o blanca, depende de nuestras conciencias`
Federico García Lorca escribió en su Romancero gitano (1928) el Romance de la pena negra, entre cuyas estrofas puede leerse: “No me recuerdes el mar/que la pena brota/en las tierras de aceituna/bajo el rumor de las hojas”
La pena de estos días es una pena negra, amarga, que brota cuajada de emoción, sentimiento y rabia.
Nadie puede dar palabras a la pena por el dolor de las víctimas pero, sin duda, calificarla de pena negra representa una intensidad cromática profunda que sólo puede compararse con la pena blanca.
¿Cómo reaccionar ante una pena negra? ¿Quién puede contestar a esa pregunta?
Individualmente, quién sabe cómo cada uno afronta su pena, cómo lleva el duelo y consigue sobrevivir al dolor por muy grande que sea.
Socialmente, la pena negra tiene que convertirse en una pena blanca.
Es decir, al hecho trágico del delito sólo cabe en nuestra civilización reaccionar mediante un Derecho penal que responda con penas blancas, nunca negras.
Lo teólogos españoles del siglo XVI (Vitoria, Domingo de Soto, Molina, Francisco Suárez, Alfonso de Castro, Luis Vives), verdaderos precursores del Derecho penal moderno, antes que el afamado Beccaria, a quién se le atribuye la humanización de las penas por su obra De los delitos y las penas (1764), fijaron la óptica de la reacción penal en el delincuente buscando las causas y remedios del delito.
Nuestra Constitución dice en su art. 25.2 que las penas estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social. Pero no impide otro fin de la pena cual es la paz social, quizás tan importante o más que el anterior y, en todo caso, complementario.
Sé que la venganza está en los ancestros del ser humano cuando es atacado pero ese sentimiento, quizás natural, sólo implica que ante la pena negra reaccionemos con otra pena negra.
Y bajo el rumor de las hojas aunque brote la pena negra también debe brotar la pena blanca. Una pena socialmente adecuada, que tienda a la rehabilitación y reinserción del delincuente pero también que contribuya a la paz social.
Si la pena de prisión permanente revisable es una pena negra o blanca, depende de nuestras conciencias individuales y sociales más que de los discursos jurídicos.