El pleno sobre el estado de la ciudad no aportó nada interesante
Palabras muchas, intenciones todas, pero no pasaron de ahí. Para los grupos de la oposición (PSOE, IU) el ayuntamiento de Ramón Fernández Pacheco está paralizado y sin motivación alguna para hacer la ciudad que los almerienses reclaman. C´s se apunta todo lo bueno que ha realizado el actual equipo de gobierno. ¿Y de lo malo no se hace responsable el equipo de Rivera? No. Los naranjitos los tienen muy claro: “Si algo bueno se ha hecho en Almería desde el ayuntamiento en estos dos años de gobierno ha sido gracias a ellos”. Es posible que así sea, pero si se ponen orgullosos la medalla de oro, que se pongan también sobre el pecho la de latón. Pero de esta no quieren saber nada. Son listos los chicos. El portavoz del PP pone sobre la mesa un rosario, dos rosarios, miles de rosarios de medidas que han hecho mucho mejor la ciudad que viven y pasean los vecinos. No podemos negar que Almería ha mejorado en algunos aspectos, pero no en estos dos años de Fernández Pacheco, fueron en los tiempos de Luis Rogelio, Paco Amicián y Pablo Venzal. Los tres hoy fuera del ayuntamiento, en algunos casos sin una explicación convincente. Ellos, y el dinero conseguido por los terrenos del Toyo tras los Juegos Mediterráneos del 2005, le dieron un cambio muy importante a la ciudad. Con la salida de Amicián y de Venzal el equipo del PP en el consistorio perdió fuerza y sobre todo imaginación. Algunas de las obras que se viene realizando en estos momentos fueron pensadas y gestadas en aquellos años. Poca originalidad hemos visto desde entonces en el equipo municipal.
¿De (y para) qué sirven estos debates sobre el estado de la ciudad? Lo primero y fundamental para que algunos concejales cobren cuatrocientos euros por asistencia, y eso sin abrir la boca y sin tener que haberse preparado el más mínimo esquema sobre lo que hablar. Decir todas las medias verdades o mentiras que se le ocurran a los portavoces y echar sobre el equipo de gobierno todas las criticas habidas y por haber. ¿Y después qué? Salir todos muy satisfechos por lo bien que han contado su batalla política y algunos (con discursos o sin ellos) con cuatrocientos euros más en su cuenta corriente. A los que seguimos por la TV el debate, el aburrimiento fue total. Demasiado bla, bla, bla sin sentido, sin fondo y sin ambición.