La Voz de Almeria

Opinión

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La presentación de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2017 ha destapado “la caja de los truenos”. Todavía con la interrogante de saber si el señor Rajoy logrará sacarlos adelante a su paso por el Congreso, por la dificultad de reunir los 176 votos necesarios, pese a las concesiones comprometidas, y de que, en caso afirmativo, la validez de los mismos será solo para unos 6 meses, lo cierto es que no han dejado satisfechos a casi nadie.
Ciertamente, los diputados populares y las autonomías gobernadas por el PP, están aguantando el papelón de defender prácticamente lo indefendible en cada uno de sus territorios. Por el contrario, los partidos de la oposición, sus diputados y parlamentarios, han visto los números y naturalmente han puesto el grito calificándolos como los peores de la Historia. En definitiva, lo de siempre con lo cual ya no nos sorprenden.
Lo cierto es, que esta vez, si es así y ello con carácter general puesto que nadie puede afirmar con rigor que sean unos Presupuestos expansivos que ayuden a crear riqueza y empleo o para corregir demasiados déficit en infraestructuras.
El caso de Almería no es la excepción sino la confirmación de la regla. La ciudad, y la provincia, esperaban con verdadera expectación la visita del Ministro de Fomento. Esperábamos que nos trajera noticias que nos permitiera concebir esperanzas de un futuro mejor, pero no ha sido así. El ministro que, lógicamente, debería conocer la realidad de los números de esos Presupuestos, ya se encargó de echar un jarro de agua fría sobre las cabezas de todos, ciudadanos, instituciones y plataformas, anunciándonos un horizonte que nos lleva hasta el 2023 para finalizar actuaciones que venimos demandando desde hace demasiados años. La esperanza se quebró y el futuro tampoco se ha despejado, entre otras cuestiones por la falta de credibilidad que los distintos Gobiernos han tenido para los ciudadanos de Almería.
La voluntad política, los compromisos, sólo son razonablemente creíbles, cuando aparecen negro sobre blanco en los Presupuestos. Lo que no está escrito no existe, y aún  así existen interrogantes sobre si existirán.
Dada la inestabilidad política, nadie en su sano juicio puede garantizar que haya presupuestos para 2018. Podrían prorrogarse los infames presupuestos del 2017, con lo que ese conjunto de supuestos compromisos se vendrán abajo de un plumazo.
La desunión de los políticos almerienses, de todo signo, para consensuar posturas comunes en el tema del ferrocarril, es una realidad y eso no ayuda a resolver los problemas. Tampoco puede decirse que el peso político de gran cantidad de ellos sea muy notable y, desde luego, no vamos a pedirle a  ninguno que se hagan el harakiri, amenazando con dimisiones, que sería su muerte política.
Nos queda, pues, sólo la esperanza de un futuro mejor, pero basado prácticamente en la Providencia, que no con la credibilidad de nuestros representantes, pisada y repisoteada repetidas veces, aunque ahora se pida perdón por ello.


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