Cadenas de rechazo y desprecio
En alguna ocasión he escrito, y por lo que veo creo que no será la última vez que me repita, que pocas cosas inflaman menos mi ánimo que las apelaciones al boicot o la repulsa colectiva de alguna persona u obra artística. Los llamamientos al rechazo o las prescripciones de adhesión (formuladas ambas con aspiraciones de inquebrantabilidad) me resultan de lo menos motivadoras. De ahí que no me sintiera especialmente llamado a pasar por taquilla cuando el gobierno en pleno de Zapatero conminó a los españoles a ver una película (que intenté ver después por la tele hasta que me venció el sueño) sobre el glorificado suicidio de un tetrapléjico. Del mismo modo, tampoco he participado en las cadenas de rechazo y animadversión a la última película del resentido director Fernando Trueba, cuyas miserables palabras sobre España han enojado a miles de potenciales espectadores, entre los que no creo que me encuentre en el futuro. Bastante tuve con los Trueba viendo el truño que su hermano pequeño dirigió sobre la excelente historia que documentó J. A Iglesias sobre la peripecia almeriense de John Lennon. Digo esto a raíz de la nueva campaña de desprestigio de una película cuyo estreno ha saltado por los aires al conocerse que una de sus actrices ha participado en un programa de la TV pública vasca burlándose de España. No entro ahora en este caso concreto. Lo que me llama la atención es la sorpresa ante la existencia de personas que en determinadas comunidades y ámbitos hayan interiorizado el discurso del desprecio a España como elemento identitario. Es el resultado de la inacción de los diferentes gobiernos (PSOE + PP) ante la minuciosa campaña de educación rabiosa contra España que se viene desarrollando desde hace más de treinta años en algunas regiones españolas, en donde los adultos de hoy han crecido instalados en la idea de que España es un país ladrón y cateto, enemigo de su formidable realidad cultural y social. Tenemos justo lo que nos merecemos, porque además les estamos pagando la fiesta.