El pasado miércoles nos dejó Miguel Pérez Hita, una de esas personas que marcaron la historia de Grupo Control y la de todos los que tuvimos la suerte de trabajar con él. Durante 22 años, desde 1993 hasta 2015, fue un pilar en la empresa y un referente humano y profesional.

Amante del vino, los toros (en sol) y la música, Miguel tenía un sentido del humor único, donde la ironía y la sorna se mezclaban con una elegancia innata. Quienes lo conocieron coinciden en definirlo como un Señor, un Caballero, siempre educado, respetuoso y de exquisitas formas.

Con su inseparable libreta de cuadros, su lápiz y la regla con la que subrayaba lo importante, supo desenvolverse en una época analógica y ser el puente entre la tradición familiar de la empresa y el relevo generacional. La digitalización no fue su terreno, pero nunca la necesitó para brillar.

Fue la cara visible y el interlocutor de grandes clientes que impulsaron el crecimiento de Grupo Control: Cajamar, Blanes, Centro Comercial Copo, Briseis, La Alcazaba… Con maestría combinaba la atención al cliente con la cercanía hacia sus compañeros, logrando que pedirle algo terminara siempre en mucho más, porque sabía convencer con naturalidad y elegancia.

Hoy Grupo Control cuenta con cientos de profesionales, pero no olvidamos que en los tiempos en los que éramos pocos, hubo personas como Miguel que son parte esencial de nuestra historia y de nuestra marca.

Hace apenas unos meses, Miguel nos llamó para felicitarnos por la adjudicación de un concurso. “Seguimos creciendo y ganando licitaciones”, nos dijo. Diez años después de dejar la empresa, seguía sintiéndola como suya. Y lo era.

En lo personal, Miguel fue capaz de formar una extensa familia de buenas personas, que lo han acompañado con cariño en la última etapa de su vida. Siempre estuvo unido a su mujer, Paquita, a la que dedicó con entrega y amor sus últimos años, siendo un ejemplo de cuidado y atención. En el funeral, sus hijos tuvieron el bonito detalle de colocar su armónica junto a su foto, un símbolo íntimo de su alegría y de la huella que deja en todos los que lo quisimos.

Despedimos con profundo cariño y gratitud a Miguel, recordando al compañero, al amigo y al profesional que tanto nos enseñó.