Un adiós emocionado para una mujer irrepetible

María Victoria Compán Bueno se nos ha ido al cielo así, casi de repente. Han sido poco más de setenta años de una mujer fuerte, valiente, decidida y recta en su proceder y en su vida. Porque mi prima nació para dar impulso a todo lo que la rodeaba, para asumir compromisos de esos que están por encima de contratos y de convencionalismos.

Hay personas que transitan por la vida sin apenas dejar huella, pero ese no era el caso de María Victoria. Ese tipo de gente que es consciente de que, con tesón, trabajo y un tanto por cierto nada despreciable de valentía, parecía estar permanentemente lanzando un mensaje a su entorno y al mundo de que, cuando se quiere, se puede.

Desde pequeña se destacó por esa tenacidad, el valor a prueba de bombas y una innata capacidad para afrontar aventuras, desde trepar a las palmeras de su Almería en busca de dátiles a ser una de las primeras ‘moteras’ de la provincia. Hasta se convirtió en una de las primeras mujeres españolas en correr rallies por las retorcidas carreteras andaluzas, con muy buenos resultados, por cierto.

Sólo algunas pinceladas para entender la determinación de María Victoria por vivir con esa intensidad de quien aspira a pasar la vida afrontando, sin miedo, retos e ilusiones. Heredó el gusto por las cosas bien hechas de su padre y la capacidad de amar de su madre, que le legó una simpatía contagiosa. En definitiva, una mujer que hizo gala de un excelente humor y de un pragmatismo que le permitió disfrutar de la vida y alegrar la de quienes la rodeaban.

Se podría decir que nunca hubo retos que rehuyera ni batallas por librar que la frenaran y, de esa forma, fue construyendo una vida plena y contribuyó a crear un grupo familiar fuerte y preparado para abordar los suyos propios. Hasta consiguió tener en casa a todo un campeón, un icono nacional del mundo de pádel.

Todos lloraban estos últimos días durante el velatorio y el sepelio de María Victoria, que se nos ha ido mucho antes de lo que su familia y aquellos que tuvimos la suerte de compartir con ella el discurrir de la vida hubiéramos deseado. Nos toca ahora mantener viva en el recuerdo a la esposa, la madre, la amiga, pero el consuelo será sencillo porque una mujer como ella es difícil que se pierda en el recuerdo.

María Victoria fue fuerte, valiente, vital y tenía esa energía que distingue a quienes se afanar por cumplir sus sueños. Tuvo siempre un fuerte carácter para derribar barreras y abrirse puertas, a veces casi imposibles de cruzar, pero de esa forma se mantuvo fuerte en su camino. No sólo su familia ha sido beneficiaria de esa personalidad, también sus colegas del mundo de la enfermería. De su impulso nació la sociedad Neumosur (Sociedad Enfermera de Neumología), convertida hoy en día en la gran referencia nacional de esta especialidad.

Se nos va al cielo y bien hará San Pedro en recibirla con toda la carga de afectos que deja en la tierra… si así no lo hiciera, seguramente tendrá problemas. Y aquí en la Tierra quedamos los que siempre la quisimos. Una pérdida irreparable para de una mujer inolvidable. Hasta siempre, prima.

NOTA:

El funeral por el eterno descanso de su alma tendrá lugar a las 19:30 de este sábado 25 de enero en la Iglesia de San Antonio de Ciudad Jardín