Esta frase de San Juan de la Cruz, fuente de inspiración en tantos momentos de mi vida, me ayuda hoy también a despedirme de ti. A acercarme paciente y serenamente a este momento de grande dolor. Creo, abuelo, que puedes estar tranquilo. Si de verdad el último examen es aquél del amor, si esa es la última prueba, no tengo ninguna duda de que ya la has superado, brillantemente, con la misma fuerza y determinación con la que afrontaste todo. Con amor construiste una familia sólida que te ha cuidado y acompañado hasta el final de una forma admirable y hoy llora tu ausencia; con amor trabajaste siempre para ser mejor, para alcanzar nuevas metas y objetivos que permitieran a los tuyos un mayor bienestar; es con amor que nos cuidaste cuando éramos pequeños y que fuimos fuente de preocupación para ti cuando crecimos y nos tuviste lejos. Con amor nos iluminaste en algún momento de dificultad, o quizás en tantos. Y es también con el amor y con tu enorme generosidad que nos hiciste reir siempre, haciéndonos pensar que en el fondo la vida no era un asunto tan serio. Quiero que sepas que todo este amor no ha muerto; que lo has dejado aquí con nosotros, entre nosotros, lo puedo sentir. Y es aquí que continuará creciendo, te lo prometo, lo vamos a tutelar siempre. Tu amor es y será fuente de inspiración en nuestras vidas. Sólo me queda desearte que tengas un buen viaje abuelo, un buen último viaje. Descansa, y no nos abandones del todo, quédate cerca, quizás te necesitaremos. Te quiero. Te queremos muchísimo.