María Isabel Muñoz Segura
Todo llega, todo pasa
Tu hijo Pedro
Querida mamá: Son tantas las cosas que te comento a diario, y tantas las preguntas que te hago y me hago que ahora que intento decirte algo hermoso, bonito, algo que te agrade en este tu quinto aniversario de tu partida, no lo creerás vieja, pero no se me ocurre nada. Las musas hoy me han abandonado y por más que lo intento no encuentro palabras de alabanza a ti madre mía. Quiero pensar que es el destino el que quisiera que nadie sepa, ni se entere de lo que sigue existiendo entre tú y yo. Y aunque ya no estas conmigo, tengo claro, muy claro que sigues aquí, a mi lado, en todo momento, en cualquier comentario, en cualquier situación, en un rincón de mi pobre alma que se engrandece con tu asilo en ella. Siempre que te reclamo estas ahí, y aunque tu presencia no es física, yo te percibo junto a mí a mi lado, como siempre lo estuvimos y eso hace que los días se me hagan más fáciles de llevar y aceptar y resignarme en saber que ya no estás conmigo. Todo lo demás que pudiera decirte de lo que pienso y siento con respecto a ti, tú ya lo sabes. Por lo tanto, este año y fiel a mi cita en tu quinto aniversario, seré más breve. Solo decirte que siempre recordare y reconoceré cuánta razón tenías con respecto a tu ausencia cuando me dejaras. Ya nada es igual que antes, en ninguno de los conceptos, de ninguna de las maneras, pero lo más triste y lo que me produce un inmenso dolor es pensar que tú lo sabes. Mamá te deseo la paz que te mereces junto al Señor. Tu hijo que no te olvida.