Nos dejaste el martes 5 de noviembre por la mañana pillándonos a todos desprevenidos. Te habías despedido de mamá con la mejor de tus sonrisas sin saber que sería la última vez que te veríamos. Estos últimos ocho años fueron un regalo porque batallaste a tu enfermedad con la ayuda de nuestra madre que cuidó de ti día tras día, porque aún tenías mucho que ofrecernos, y aún así te has ido prematuramente. Fuiste una persona sencilla, que no le gustaba hacerse notar, que miraba más por su mujer y por sus hijos que por sí mismo. Esa fue la primera lección que nos enseñaste, tu generosidad infinita, lo dabas todo por nosotros y eso era lo único que te hacía feliz. Tu segunda gran lección fue tu capacidad de trabajo y sacrificio, para que no le faltase de nada a tu familia y tus hijos tuviesen en la vida de las oportunidades de las que no pudiste gozar en tu juventud. Y eso también nos lo inculcaste, que nos dedicásemos a lo que nos dedicásemos, nos esforzásemos como el que más. Que si hacíamos eso seguramente nos iría bien en la vida y eso te lo debemos a ti. Nos enseñaste también sobre todo a valorar lo que teníamos, que no había mayor premio que el disfrutar de algo que nos hubiésemos ganado con el sudor de nuestra frente. Porque solo cuando se sabe lo que realmente cuesta conseguir las cosas se valoran de verdad. Siempre estuviste pendiente de nosotros, nunca dejaste de moldearnos y de inculcarnos valores, aquellos que tú predicabas mejor que nadie con el ejemplo. Aquellas cosas que hacían que cada minuto de nuestra vida lucháramos por ser como nos decías, que nos esforzáramos y fuésemos las personas que ahora intentamos ser y que queremos lograr, un reflejo de ti. Un reflejo de humildad, de sacrificio y de compromiso en todo momento, de superación, en cada ejercicio que realizabas para el centro en estos últimos años, en cada folio que pintabas con esmero, en cada rompecabezas que intentabas resolver, a veces con resultado positivo y otras negativo, que hacía que te siguieras superando pese a las dificultades. Un ser humano formidable en estos 63 años, un Ejemplo de superación en todo momento, una honra para tu familia. Todas esas lecciones y muchas más las aprendimos de ti, papá. Han convertido a tus hijos en los hombres que somos hoy en día, no hay mayor premio para un hijo el saber que su padre está orgulloso de él, y eso es lo que esperamos que sientas por nosotros estés donde estés. Hace sólo unos días que te fuiste y ya nada es lo mismo sin ti. Nos falta el faro que nos guiaba a buen puerto, que eras tú. Con solo verte sabíamos lo que debíamos hacer para que fuese lo correcto. Ahora nos tocará hacerlo siguiendo tus enseñanzas, porque no se puede tener mejor maestro del que tuvimos contigo. El hueco que has dejado en nuestras vidas es enorme; y es comprensible, porque es imposible ser más grande de lo que has sido para todos nosotros, la prueba está con el cariño que te recuerdan las personas que tuvieron la suerte de conocerte. Te quieren y echan de menos tu esposa Rosa Ángela y tus hijos Alfonso y Javier.