Su recuerdo aún luce intenso

Anita nos dejó hace un año, a los 76 años. Se fue de forma inesperada, sin que los suyos pudieran devolverle toda la felicidad que hubieran querido, en correspondencia por la entrega que ella puso en ellos a lo largo de la vida. Fue una excelente mujer. Para hacerse una idea de cómo fue su infancia y juventud basta con decir que nació en el seno de una familia humilde el 16 de marzo de 1936, cuatro meses antes del estallido de la Guerra Civil. Las adversidades de la Posguerra le impidieron escolarizarse, como le ocurrió a otros muchos niños almerienses de aquella época, pero sus carencias formativas supo suplirlas desarrollando una deslumbrante destreza para desenvolverse en la vida. Tuvo siete hijos, el primero de ellos con sólo 14 años. Durante un tiempo los sacó adelante en soledad, debido a que su marido se vio obligado a emigrar en los años 60 a Cataluña y a Alemania. Trabajadora incansable, sacrificada, bondadosa, inteligente, sabia, muy sabia… Era luz y calor para los que estaban a su alrededor. Anita, sin pretenderlo, dejó huella, dolor en el alma y el eco de su voz impregnado en los rincones de Albox que disfrutaron su semblante de reina.