Hace ya un año de tu repentina despedida, y a los que te adoramos aún nos cuesta aceptar tan dura prueba que nos ha puesto la vida. Aunque con tu nobleza, cariño y humilde carácter, a veces pasaras desapercibido, todos nos hemos dado cuenta de que siempre has sido el pilar más fuerte de la familia. Toda tu vida has luchado para que a los tuyos no les falte nada, desde joven cuando emigraste a Alemania y hasta el día en el que te sentiste malito. Siempre trabajando y cuidando tu ganado que para ti significaba, aparte de los tuyos, lo más importante en tu día a día. Todo en tu cortijo, ‘El Cortijo Ferre’, está lleno de tu recuerdo. Es imposible caminar por allí y no recordarte con tu tractor o en la mesa de la cocina donde todo aquel que iba a visitarte tenía que tomar algo en tu compañía. Tus nietos pequeños, que te adoraban, aún preguntan: “¿Cuándo viene el abuelo Ferre?”. Sin poder ocultar esa carita de preocupación por no volver a verte. Todos nos acordamos de esa cara que irradiaba bondad y generosidad. Ya ha pasado un año, pero aunque pasen cien más los tuyos nunca te podremos olvidar. Todos en la familia te añoramos y con este pequeño homenaje queremos recordar que gran persona fuiste, ejemplo para todos que jamás se olvidará. Queriéndote por siempre.