La Voz de Almeria

Obituarios

Mauricio Hatchwell, líder judío destacado en España

En 1971 fundó en España la empresa cementera Excem

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El nombre de Mauricio Hachuel saltó a los papeles de prensa en España al enfrentarse al Ministro de Asuntos Exteriores español, Miguel Angel Moratinos, cuando tras finalizar un encuentro en Alicante con jóvenes socialistas alguien colgó del cuello de Zapatero una kufiyya, uno de esos pañuelos árabes convertido ahora en símbolo de la resistencia palestina, y el público prorrumpió en aplausos. Poco después, Mauricio Hachuel tomó la palabra en un desayuno organizado por el Foro Nueva Economía e interpeló a Miguel Ángel Moratinos afirmando que la comunidad judía española e internacional estaba indignada con el comportamiento del jefe del ejecutivo, al que acusó de “antisemita”. Aquellas palabras, provocaron a su vez una réplica del ministro español de Asuntos Exteriores. “No voy a tolerar -contestó en tono airado el señor Moratinos- que indiques públicamente que el presidente del gobierno es antisemita. Que sea la última vez que denuncies, condenes y te expreses de esa manera”. Aquello sucedió en 2006, Mauricio Hachuel era ya entonces -y desde hacía años- un destacado personaje de la sociedad española e internacional, además de un ferviente defensor del judaísmo, una actitud que le llevó incluso a presidir la Federación de Comunidades Judías de España y a fundar y ser el primer presidente del Comité Internacional Judío Sefarad. Hachuel había nacido sin embargo en Casablanca, Marruecos, en 1940, estaba casado y tenía tres hijos. Era un empresario internacionalmente conocido que había fundado en 1971 Excem Grupo, una cementera convertida hoy en el mayor “trader” independiente del sur de Europa. A Hachuel le debe España parte del acercamiento comercial de nuestro país con China, un país que conoció muy bien y dónde fue pionero al darse cuenta de su enorme potencial económico. Su labor como empresario y activista judío, por convicción y desde su posición privilegiada, le llevó también a convertirse en mecenas de la cultura. Formaba parte de diferentes patronatos de universidades y fundaciones españolas en las que además ostentaba cargos en sus órganos de gobierno y participaba también de forma destacada de la vida cultural francesa, estadounidense e israelí.Su intensa labor empresarial y cultural le valió el reconocimiento del gobierno israelí, que en 1995 le impuso, de manos de su entonces Primer Ministro Isaac Rabin, el premio Jerusalén 3000. En España también fue reconocida su figura y recibió en 1999 del gobierno español la encomienda de número de la Orden del Mérito Civil y el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1990.

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