Una Constitución para todos

Hoy, 6 de Diciembre, es un día grande para los españoles porque celebramos el 44 cumpleaños de una Constitución que, en 1978, aprobamos por abrumadora mayoría los ciudadanos de este país. Recuerdo aquel momento con el orgullo de que ¡por fin!, tras muchos años de dictadura, la democracia se hacía realidad con una Carta Magna ejemplar porque, recogiendo el espíritu de aquellos primeros diputados de las Cortes de Cádiz, pioneros en la historia del parlamentarismo, era fruto del acuerdo, del consenso como se decía en aquella época, entre la inmensa mayoría de fuerzas políticas del arco parlamentario. 

Sigo sintiendo orgullo por una Ley Fundamental que, por primera vez en la historia del constitucionalismo español, se hacía entre todos y para todos sin discriminaciones ideológicas o de otro signo, como bien dice el Artículo 14. Por tanto, no se trata de la Constitución de un partido concreto sino que  se trata de un texto flexible e incluso todavía (con las enmiendas lógicas del paso del tiempo que habría que abordar como es el caso de la anacrónica  sucesión a la Corona que da preferencia al varón) actual y válido para este siglo por su, en cierta medida, intencionada ambigüedad, que da un amplio margen de maniobra democrática facilitando que la mayor parte de españoles se identifique con ella, es decir, que caben todas las opciones políticas democráticas.

Sin embargo, en estos últimos años, observo con preocupación tics antidemocráticos en determinadas fuerzas políticas que parecen querer revivir un pasado de enfrentamiento a través de la inestabilidad y de la generación de leyes más ideológicas que fruto del acuerdo y del pacto que se desprende del espíritu constitucional. A todos estos, que siguen instalados en la noche de los tiempos buscando no sé qué revancha o venganza, les quiero decir que lean la Constitución para respetarla y para descubrir que fue aprobada el 31 de octubre de 1978 por el Congreso (325 votos a favor, 6 en contra y 14 abstenciones) y más adelante por el Senado y también averiguarán que el  6 de diciembre de 1978, el pueblo español aprobó en referéndum el texto constitucional (87,8% de votos a favor).

No olviden las lecciones que da la historia y no se alejen de la Constitución porque dejan de ser demócratas para convertirse en eso que algunos de ustedes critican con vehemencia. El respeto por el que piensa diferente se llama democracia. La Constitución consiguió un equilibrio entre la tradición y las nuevas corrientes. Si alguien plantea cambios profundos que lo haga desde la legalidad y a través de un proceso democrático como el que la originó.