Incorporación de la mujer a la universidad

Pedro Mena Enciso
00:32 • 09 mar. 2022 / actualizado a las 08:59 • 09 mar. 2022

El recorrido histórico de las mujeres a los estudios superiores se inicia a mediados del siglo XV con las peripecias de una joven estudiante que se introdujo en la Universidad de Cracovia disfrazada de hombre “por amor al saber”. 



Nos dice la historia que la Castilla  del Siglo XVI  tendría unos siete millones de habitantes, se estima que sólo accedían a la universidad, en su época dorada, alrededor del 3% de los varones. La mujer  estaba proscrita en la Universidad; en los estatutos del Colegio de Españoles de Bolonia se considera que esta “es arma del diablo y fuente de pecado”. Sin embargo, el reinado de Isabel la Católica supone un impulso transitorio en sentido contrario, puesto que  educaba esmeradamente a su familia. Sus hijas, en particular Catalina y Juana, La Loca, eran mujeres ilustradas que se expresaban en un fluido latín y la misma reina tomó a Beatriz Galindo, La Latina, famosa por su cultura, como instructora permanente. 



Las damas de la corte acompañaban a los príncipes en sus estudios y para ellas escribió Nebrija su célebre ‘Gramática Castellana’. Fue un periodo floreciente para la cultura femenina en el que aparecen figuras pioneras en Europa, como la de la propia hija, y colaboradora, de Nebrija, que enseñó en Salamanca, la de la catedrática de la misma universidad Luisa Medrano, etc… Pero, salvo estas y alguna otra excepción, la mujer no entrará en la Universidad con pleno derecho, tanto en España como en el resto de Europa, hasta fechas muy recientes.



Entre 1882 y 1910 sólo 36 mujeres finalizaron licenciaturas universitarias en España tras superar barreras que incluían la autorización por el Consejo de Ministros, disfrazarse de hombres, como hizo Concepción Arenal para estudiar (sin matrícula ni título) Derecho en la Complutense, tener que asistir a clase con un acompañante o colocarse en la mesa del profesor, por no hablar de las trabas para la expedición de títulos, la colegiación y el ejercicio de la profesión. La incorporación de la mujer en nuestras universidades ha sido más lenta que en otros países de Europa, donde las mujeres adquieren este derecho entre 1850 y 1890. 



Desde 1910 el número de mujeres en las universidades españolas fue aumentado hasta dar el definitivo salto con la llegada de la democracia a nuestro país. Hoy, seis de cada diez universitarias que comienzan el curso son chicas y sus resultados académicos son mejores que los de los varones. La lucha por la igualdad es fundamental en el progreso de los derechos humanos y en el avance hacia una sociedad más justa.







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