Sánchez reacciona

Antonio Casado
21:08 • 19 feb. 2021 / actualizado a las 07:00 • 20 feb. 2021

Lo último que se despacha respecto a la mal avenida coalición PSOE-Unidas Podemos no puede ser más inequívoco ni más simple. Esta vez a causa de la violencia callejera desencadenada tras el encarcelamiento del rapero Pablo Hasél. Dice el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que la violencia es incompatible con la democracia. Dice el vicepresidente, Iglesias Turrión, que las cargas policiales son inadmisibles.


Se echaba de menos el pronunciamiento de Sánchez ante las aberrantes expresiones del portavoz de UP en el Congreso, Pablo Echenique, en solidaridad con quienes hacen del vandalismo y la agresión a las fuerzas policiales su forma de convertir a España en democracia plena. El silencio estaba dando alas a las no menos aberrantes acusaciones de un sector mediático y político contra el Ejecutivo por supuesto respaldo del uso del adoquín en defensa de la libertad de expresión del citado rapero.


Ya había abierto el camino la vicepresidenta, Carmen Calvo, con alusiones a los límites de cualquier derecho. Sobre todo, el uso de la violencia. Un discurso rematado este viernes por Sánchez al declarar negro sobre blanco que la violencia es lo contario de la democracia.



Sin dejar de señalar el enésimo problema de coherencia interna por la presencia de un cuerpo extraño en el Gobierno, conviene denunciar la carga tóxica del discurso de Podemos sobre dos de las libertades fundamentales de la democracia representativa: expresión y manifestación. Sin necesidad de recurrir a las leyes vigentes. Vale quedarse en el sentido común, que un profesor universitario, en académica referencia moral, tal vez solemnizaría acudiendo al imperativo categórico de Kant.


Como digo, no hace falta ponerse estupendos. La cosa es mucho más sencilla. Veamos. Uno, la libertad de expresión no ampara las amenazas de muerte al discrepante. Eso es matonismo. Y dos, la libertad de manifestación no otorga licencia para lanzar adoquines a la Policía o destruir el mobiliario urbano. Eso es vandalismo ¿Hace falta recurrir al Código Penal, a Kant, a la jurisprudencia, al derecho comparado, para entenderlo?



Sin embargo, estas falanges macedónicas de la ira que llevan el caos a las noches de Madrid, Barcelona, Lérida, Valencia, etc., son vistas como “antifascistas” con los que se solidarizan los dirigentes de UP. Otros creemos que actúan con preconcebidas tácticas de guerrilla urbana y llevan la intolerancia en el ADN.


La intolerancia está en el escudo de armas del fascismo. Pedir “que alguien clave un piolet en la cabeza de Jose Bono” es una apología de la eliminación física del adversario. Como hacia el estalinismo, como hacían los nazis, como hacia Eta.




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