El pecado y la penitencia

Fermín Bocos
00:05 • 18 nov. 2020 / actualizado a las 07:00 • 18 nov. 2020

A la vista del romance político que mantiene el Gobierno Sánchez-Iglesias con Bildu parece que están sonando las alarmas en Sabin Etxea, la sede del PNV. Bildu es la segunda fuerza política en el Parlamento Vasco y el pacto con el PSOE ha sido un paso importante en la operación de blanqueo de esa formación heredera de los partidos que fueron el brazo político de la ETA. Un blanqueo que inició en su día José Luis Rodríguez Zapatero presentando a Arnaldo Otegi -condenado a prisión por pertenencia a la banda armada-, como un “hombre de paz”. El mismo Zapatero que anda estos días muy activo en los medios afectos al Gobierno explicando las bondades del acuerdo con Bildu.


Los recelos del PNV vienen a cuento de la estrategia que parece estar detrás de ese acuerdo con Bildu que tendría a medio plazo como objetivo formar en el País Vasco una coalición entre las fuerzas de izquierdas (PSOE-PSE, Bildu y Elkarrekin Podemos) similar al tripartito que hace unos años desplazó del gobierno de la “Generalitat” de Cataluña a Artur Mas, el heredero de Jordi Pujol.


El PNV lleva gobernando en Euskadi prácticamente desde que estamos en democracia con la salvedad del período (2009-2012) en el que Patxi López (PSOE) fue nombrado lehendakari con los votos del Partido Popular. Siempre han sabido sacar el máximo provecho de la ventaja que les otorga una Ley Electoral que premia a los partidos autonómicos que no concurren en el ámbito nacional. Hasta ahora, cuando se ha encontrado con un competidor que no esperaba que fuera capaz de obtener una representación parlamentaria significativa fuera de la comunidad vasca. Bildu lo ha conseguido y amenaza su hegemonía tanto en el Parlamento Vasco como en el Congreso de los Diputados. Una hegemonía que durante años le ha permitido al PNV, primero con Xavier Arzallus y después con los sucesivos lehendakaris, ser el interlocutor preferente con el Gobierno de turno en Madrid.



A lo largo de los años, el propio PNV -y la ETB,la televisión vasca- fueron tejiendo un relato exculpatorio de la violencia perpetrada por la banda terrorista ETA. Un relato que ha cristalizado en la actual situación de homologación democrática de Bildu, una verdadera anomalía que les ha permitido crecer elección tras elección dentro y fuera del País Vasco. Hasta llegar al momento actual en el que comparece convertido en aliado del Gobierno de España en términos tales que según le “garantizó” el vicepresidente Pablo Iglesias a Otegi: “tendrían en Madrid la misma influencia que el PNV”.


Oteando el horizonte es probable que los Ortuzar, Urkullu y demás dirigentes del PNV estén arrepentidos de la puñalada por la espalda que le asestaron a Mariano Rajoy en la moción de censura que le echó del Gobierno. En el pecado, la penitencia. Se la han ganado a pulso.





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