“¿De verdad no somos capaces de montar un emporio en torno a la guitarra?”

Guillermo Fuertes acaba de estrenar ‘Juan Miguel González, constructor de guitarras’

El periodista cubano afincado en Almería trabajó durante años en LA VOZ (Foto: Alicia Fuertes).
El periodista cubano afincado en Almería trabajó durante años en LA VOZ (Foto: Alicia Fuertes).
Marta Rodríguez
07:00 • 18 abr. 2021

Acaba de estrenar ‘Juan Miguel González, constructor de guitarras’, un documental de factura artesana donde fluyen la vida y el oficio y el espectador cae rendido ante el poder ancestral de una historia bien contada. El periodista Guillermo Fuertes (Camagüey, 1963) lleva desde mediados de los 90 afincado en Almería, pero las expresiones cubanas se le caen a cada rato.



Hasta hace no tanto firmaba a diario en las páginas de LA VOZ, periódico en el que durante casi una década cultivó el género del reporterismo asociado a las tradiciones de los pueblos y los oficios en peligro de extinción. Hoy sigue manteniendo una colaboración regular a través de la que expresa su compromiso inamovible con el mundo de la guitarra. Especializado en temas de tecnología y arte, tampoco se le resiste la fotografía. Es autor del libro ‘Entrevista a Capuleto’ (IEA, 2010), dedicado al pintor del Movimiento Indaliano Francisco Capulino, ‘Capuleto’.






¿Cómo se enamora de la guitarra flamenca un cubano de Camagüey?
¡Candela! Fue un proceso gradual. Y ahora que lo pienso, fue fraguándose durante toda mi vida. En Cuba tuve buenos amigos guitarristas, clásicos, sobre todo, y aprendí a escuchar el instrumento, a conocer el repertorio.



Luego la vida me trajo a Almería, luego a trabajar en la sección de Cultura de este periódico. Y ahí sí comencé a conocer este mundo. Una cosa buena tiene el periodismo: te da acceso a los entresijos de muchas cosas, a hablar con mucha gente; y si eres serio, y te ven interesado genuinamente, te abren las puertas a muchos ‘secretos’, matices. Pero no es solo la guitarra flamenca, me gusta la guitarra, el instrumento, sus posibilidades, su música cuando está bien tocada.

En una época de consumo rápido de información, su documental sobre el guitarrero Juan Miguel González es un canto a una forma casi artesanal de contar historias. ¿Fue premeditado?
Claro. Ese es mi estilo, y a estas alturas de la vida, lo mejor es aceptarlo, ¿no? Pienso que cada uno tiene su forma, su respiración, y que lo mas sincero es hacer las cosas de esa manera. No reniego de lo industrial para los objetos de uso y consumo. Pero en el ámbito de la creación, del arte, me gustan las cosas hechas por el ser humano. A mano, con su tiempo, con ese intangible que le pone el alma.





¿Cómo surgió la idea?
Fue idea de Alfonso Sevilla, un amigo de la Sociedad Guitarrística de Almería. Me llamó un día y me contó que había estado en el taller de Juan Miguel, y que había que hacer algo con toda su historia. Su vida dedicada a la guitarrería, cómo aprendió de su padre, las maderas que atesoraba, cómo mantenía viva toda esa sabiduría que le había llegado de generación en generación.Al principio no lo vi mucho, pues acababa de empezar este lío de la pandemia, el confinamiento, y no podía convocar los medios para hacer algo en condiciones, digamos, en el formato tradicional. Pero poco a poco la idea se me metió en la cabeza.

Supongo que este trabajo le brindó un asidero al que aferrarse en tiempos de pandemia, pero ¿cómo afectó la crisis sanitaria a la grabación?
Afectó bastante. Tuvimos que esperar a que levantaran el confinamiento para poder ir al taller de Juan Miguel a grabar. Al final pudimos hacerlo en junio, y con los recursos mínimos: una cámara, una tablet, y un par de trípodes. ¡Éramos tres en el taller, y ya estábamos al límite! Grabamos una mañana, y luego fui otro día a por un par de recursos. Yo hubiera querido, claro, mas tomas de él trabajando, caminado, etc. Pero no se podía. No obstante, cuando revisé el material, vi que era un tesoro.



Como estábamos entre amigos, Juan Miguel se había abierto y hablado con libertad, sin casi ver la cámara que tenía delante. Lo planteamos así, y la verdad es que había funcionado. Así que decidí hacer virtud de las carencias, y darle un enfoque distinto. No sería otro video sobre un guitarrero. De esos el propio Juan Miguel tiene varios. Sería, mas bien, un hombre contando su vida, su oficio, su pasión. Un lutier desgranando sus aprendizajes, sus desvelos, sus conceptos adquiridos durante toda una vida. Y por eso le dejé esa factura un tanto ‘cruda’, sin retoques, y sus frases a veces entrecortadas.



¿Hay conexión directa entre Juan Miguel González y Antonio de Torres, padre de la guitarra clásica?
Sí. Hombre, este es un tema que habría que investigar mejor y definir bien. Yo hablaría mejor de un camino, un oficio transmitido. ¡Es que así era como se hacía antes! Los oficios se aprendían en el taller, de tu maestro, tu jefe o tu padre; desde niño, en el gremio, con el contacto personal, la conversación, el consejo a pie del banco, practicando lo que veías. Y en ese contexto, sí creo que se puede trazar un camino desde Torres, que tuvo relación con Miguel Moya, luego vienen sus descendientes, de ellos aprende el padre de Juan Miguel, y, finalmente, él mismo. Te lo estoy pintando muy simplificado, claro. Es un tema mucho mas rico, mas bonito, con mas nombres.

El de lutier es un oficio y un arte, ¿podría desaparecer o mientras haya quien toque la guitarra habrá guitarreros?
Desaparecer no lo creo. La guitarra, como instrumento, goza de muy buena salud en estos tiempos, y pienso que en el futuro. La clásica y la flamenca. Y eso hace que haya una demanda de buenos instrumentos, incluso a nivel global. El buen guitarrista siempre pedirá un instrumento hecho a mano, con etiqueta, con alma. Pero sí, tal vez, el oficio se pueda transformar. Como todo. Los tiempos, las músicas, los guitarristas, van pidiendo cosas nuevas.

Siempre ha mostrado empeño a la hora de enseñar el trabajo en torno a la guitarra que se hace desde Almería. ¿Siente que las administraciones pueden hacer más?
¡Por supuesto! Pueden y deben hacer mucho mas. Es cierto que ahora las prioridades son otras. Pero es que de siempre ha habido una gran desidia hacia uno de los mayores tesoros culturales que tiene esta tierra. Hay tanto por investigar sobre la guitarrería y los guitarristas en Almería, y tanta gente preparada y apasionada que podría hacerlo… Pero el apoyo es muy limitado, y, al final, da tristeza ver cómo las cosas se hacen en otros lugares…

¿Cómo haría para la que la ciudad se creyese al fin el legado que nos dejó Antonio de Torres?
Pues mira, apelaría a algo que de verdad mueve a la gente: el dinero. La economía. Les haría ver el potencial económico de un tesoro cultural de esa magnitud. Pregunta a cualquiera: ¿Qué instrumento define a España? Todos responderán: La guitarra. ¡Pues, tal y como la conocemos hoy, se conformó en Almería! ¡O, al menos, de manos de un almeriense! Y uno de los primeros grandes concertistas, Arcas, ¡era almeriense también! ¿De verdad no somos capaces de montar todo un emporio turístico y cultural alrededor de esto?




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